Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

martes, 31 de agosto de 2010

IUS XIV

- Majestad -el primero en reaccionar el es duque. Los demás nos volvemos con cierto temor hacia la puerta. Ahí está ella. La reina. Su capa granate realza su figura. A mi lado Bernardo deja escapar un suspiro pero mis ojos están fijos en Isabel.
- Duque Víctor -la reina espera paciente que el duque recorra los pasos que los separan. Luego acepta su breve y temerosa reverencia. La reina mira hacia la madre del duque - Antonia -pronuncia su nombre con tono sombrío.

- Sed bienvenida a nuestro humilde castillo -la madre del duque, Antonia, no se mueve ni un solo milímetro. Todo su cuerpo denota provocación.

- Bien, esta no es una visita de cortesía -la reina aparta de su trayectoria al duque y mira con ira a Isabel - alguien se ha llevado algo que me pertenecía y vengo a recuperarlo.

- ¿Y de que se trata querida, te han robado uno de tus célebres vestidos? -Antonia, la madre del duque, se ríe sin control. El resto de la estancia permanece en silencio.

- Soy la reina -el enfado de la soberana va en aumento, pero no aparta los ojos de Isabel.

- Eso ya lo has dicho -Antonia se interpone entre las dos mujeres, protegiendo con su cuerpo la delgada figura de Isabel.

- Soy tu reina y me debes obediencia - el cuerpo de la soberana parece crecer por encima de todos los presentes. Noto la admiración de Bernardo y la la indignación de la madre del duque.

- Soy vieja, querida ¡ya no debo obediencia a nadie! -las carcajadas de Antonia indignan mucho más a la reina. Presagio un enfrentamiento pero mi mente evoca el recuerdo de la luna delgada tatuada en el hombro de Clara. Amenaza, la luna significa amenaza. Jesús a mi lado permanece quieto y expectante.

- Víctor, si no te encargas de tu madre daré orden a mi ejército para que derribe este castillo contigo dentro. De hecho si no salgo de aquí antes de media hora, lo harán de igual manera -el tiempo se paraliza, creo escuchar un prolongado suspiro por parte del duque pero mi cabeza está invadida por esa luna delgada, esa luna que significa amenaza. Estoy seguro que nuestro Señor misericordioso pondrá orden en este caos - ¿Por qué me has traicionado? -el tono de la reina cambia, el duque retira a su madre e Isabel se queda sola defendiéndose de la terrible mirada regia - Creía que podía confiar en ti ¿por qué? -el rostro de Isabel es impenetrable, no la he visto inmutarse. Observa, como lo haría una animal invadida de un silencio que me parece terrorífico. En sus ojos campa el mismo vacío que me ha congelado el alma.

- Para mi gusto, ella debería haber sido la reina. Pero tu padre era un ser voluble....

- ¡Madre! -el grito del duque toma por sorpresa a su madre, que calla sorprendida. Trato de asimilar la información que acabo de recibir.

- ¿Sabes Víctor? Debería haber acabado con tu madre hace mucho tiempo. Yo era la hija mayor del rey y por tanto yo debía reinar -la cara de la reina se torna pálida - Espero que mi madre haya purgado sus pecados, yo no puedo ser condenada por ellos. Y por tanto ¡yo debía reinar!.

-Cuando nació Isabel, fruto de la unión de tu padre con su segunda esposa, un rumor se extendió por todo el reino, un rumor más poderoso que el aire que respiras...¡tu padre deseaba que ella reinara! Sus cualidades eran superiores a las tuyas, en todo -el duque trata de refrenar la lengua de su madre, pero es tarde. Mis oídos no dan crédito a lo que acabo de escuchar. ¡Isabel es la hermana de la reina! Trato de recordar.... ¡todos creíamos que murió ahogada en un río! Durante años se rezaba por su alma cada año, el quinto día del mes de mayo...

- ¡Basta! -la reina lanza una mirada de odio al duque y su madre pero se dirige a Isabel - te salvé la vida ¡me lo debes! ¡Dime dónde está la mujer!

- Ya no te debo nada -la voz de Isabel suena tan vacía como su mirada.

- ¡Me lo prometiste! -la reina coge con ansiedad el brazo de su hermana, pero Isabel se sacude la mano.

- Ya no te debo nada.

- Pero.... -la reina no da crédito a lo que está escuchando, la sala está paralizada, pero de fondo se puede escuchar la risa de Antonia, la madre del duque.

- No sigas, no lo intentes. ¿No ves que te ha traicionado? Maté a su perra en el bosque porque sus aullidos podían delatarnos y desde entonces ha perdido el poco juicio que le quedaba -Bernardo se dirige hacia su reina y ella lo mira durante unos instantes sondeando lo más profundo de sus sentimientos.

-¿Qué hiciste qué? -un sonoro bofetón resuena en toda la sala, la reina descarga toda su fuerza en la mejilla de Bernardo -¡imbécil!

-Era lo mejor para llegar sanos y salvos al castillo ¡es lo que me pediste! -las súplicas de Bernardo son en vano.

- ¿Y me castigas por su culpa? -la reina vuelve a dirigirse a Isabel -Este debe ser mi sino, cargar con las culpas de los demás. ¡Dime que quieres! Y te lo daré sin dudar.

- Lo quiero a él -la mano de Isabel señala a Bernardo, que pese al bofetón la mira con soberbia.

- ¡Ni lo sueñes bruja! -trata de acercarse a ella, pero la propia reina se lo impide.

- Hecho. Es tuyo. Fuera de este castillo me dirás que has hecho con la muchacha -la reina no vacila en contestar.

- Pero ....- la voz de Bernardo parece más un lamento.

-¡No quiero escuchar ni una sola palabra! Yo soy la reina -la voz suena impetuosa y el gemido de Bernardo reemplaza la risa histérica de Antonia, que parece perdida en sus cavilaciones.

- Vamos, salgamos de aquí cuanto antes -la reina señala la puerta a Isabel y luego me mira a mí.

- Un momento, querida -la madre del duque se acerca - Verás, suponiendo que te dejemos llevarte al monje que ha sido apresado en nuestras tierras....a quién no te llevarás es a él -la mano huesuda de la mujer señala a Jesús, el Trenzador - es siervo de nuestras tierras y por tanto nos pertenece.

- ¿Y qué tiene eso que ver conmigo? -la reina mira a la mujer con curiosidad.

- Él es el hombre capaz de descifrar el secreto, querida. ¡Caprichos del azar! Conseguí apresar al visionario que murió sin soltar prenda... en cambio he retenido durante años a este infeliz sin saber muy bien por qué.... y resulta que ¡es él! -la madre del duque emite un alarido en señal de victoria. La reina se apoya en el brazo de su hermana. -Tendremos que negociar, pero mientras resolvías tus diferencias he pensado una alternativa.

-Di -es Isabel quién contesta.

-¡Resolvamos en combate singular! Mi hijo propondrá un caballero para batirse en duelo y tú, por tu parte, propondrás otro. En la explanada que hay frente al castillo ¡qué sea el azar justo juez de nuestra disputa! quién venza se llevará las claves de todo este galimatías -la mujer parece seria.

-¿Me queda otra alternativa? -la reina parece abatida. La mujer niega con la cabeza.

- Vamos, nombra caballero para combatir por el secreto -la mujer muestra sus encías desdentadas a la reina -es lo menos que podemos hacer siendo tú nuestra invitada...

-Yo combatiré. Terminemos de una vez con esto -Isabel vuelve a contestar, su hermana asiente.

-Buena elección -la madre del duque se ríe - permitidme que os presente a quién será vuestro contrincante... ¡Gonzalo! -nuestro compañero de viaje ha permanecido mudo durante todo este tiempo. La voz nos causa una tremenda impresión, pero como buen soldado, da un paso al frente -¿lo conocías? -las pupilas dilatadas de Isabel están invadidas por el horror -luchará por el secreto y por su propia vida....

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