Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

jueves, 19 de agosto de 2010

IUS VIII

Muerta. Estoy muerta. El agua me arrastra hacia el fondo del río. No sé nadar. Hoy cumplo doce años. Muerta. Lucho deseperada contra el agua que me invade, pero ya estoy cansada. Estoy muerta.
Soy la hija de un rey sin nombre. He decidido sepultar el nombre de mi padre en el interior de este río. Morirá conmigo su recuerdo y espero que él muera también. Soy un peón en un juego ¡y yo que pensaba que en realidad estaba llamada a ser la reina!. Mi padre dejó de lado a su primera mujer para casarse con mi madre. Dicen que su hermosura y su bondad lo dejaron cautivado al instante. Pero el prometió sostener los derechos de su hija mayor pese a su nuevo matrimonio. Nadie le creyó, sobre todo su primera mujer.
Y por eso, hoy estoy muerta. Ella, la primera esposa de mi padre, ha trazado su venganza con una maestría sin límites. Hoy ha mandado que me sepulten en este río, poco le importa el rechazo de mi padre, la humillación, la verguenza, que la despojaran de su trono y privilegios pues por encima de todo quiere ver convertida en reina a su hija. Yo me he criado con ella y la quiero como a una hermana. Pero hoy, las aguas de este río también sepultarán su nombre. Lo arrastraré conmigo a las profundidades y que allí quede olvidado. Muerta. Y esa luz que me recibe en sin duda la puerta del cielo.
- ¿Cuánto tiempo lleva así? -debo estar soñando, oigo la voz de Bernado, nuestro más fiel amigo.
- ¡No lo sé! Oí a mi madre pedirle a uno de sus fieles que la condujera al río y que aquí....¡ay, Bernado! No tengo ni idea de cómo he podido sacarla del fondo, pero ¡no respira! -oigo la voz de mi hermana.
- Si, mira ¡está respirando! -Bernardo acerca su nariz a mi boca -Quizás no sea demasiado tarde.
- ¡Rápido! Llevémosla a palacio -la voz de mi hermana tiembla.
-¡No! -Bernardo es rotundo- tratará de matarla mil veces más. Desde que su madre murió ya nadie vela por ella. Y tu madre está cegada por la ira ¡lo intentará de nuevo!
-Mi padre no lo permitiría -la voz de mi hermana suena desgastada.
-¡Ya lo creo que lo hará! Necesita aliados y no es un buen momento para hacer enemigos y tu madre... ha sabido rodearse muy bien...-Bernardo coge mi mano - Cogeré uno de los caballos de palacio y la llevaré lejos ...
-¿Y luego? ¿No volveré a verla? -noto la preocupación de mi hermana, y trato de responder, pero me siento cansanda, muy cansada.
-Le has salvado la vida, ¡no tientes a la suerte! -los sollozos de mi hermana se pierden en mi memoria pero no la promesa que me hago a mi misma.
Pasan los años, pero sigo muerta. No me gustan las personas, no me fio de ellas. Me han llamado tantas cosas que no recuerdo ninguna. Vago sola, con una loba por única compañera.Una loba vieja, una perra fiel. El único ser vivo del que me fio. Me sentía llamada a ser reina y ahora me siento dueña de una libertad que jamás me ha asustado. Vago libre por cualquier lugar sea de noche o de día. Mis ojos todo lo ven y mis pies son ligeros. El sol ha curtido mi cara y he presenciado mil batallas pero no he participado en ninguna. Mi única guerra es librarme de la promesa que me ata a mi hermana. La promesa de ayudarla siempre que me necesite pues ella me dió la vida por segunda vez. Y el día que lo haga quizás sienta miedo de esta libertad que a otros asfixia o quizás vuelva a sentirme viva.
Observo a los cuatro hombres que se adentran en el bosque y presiento que ha llegado la hora de intervenir. Mi compañera se sumerge en las sombras, cuando se trata de hombres, me deja sola, aunque nunca se aleja demasiado. Estas tierras son peligrosas y van a ser atacados. Ha llegado mi hora, mi momento, debo cumplir mi promesa.
Uno de los caballeros yace en el suelo, con la cabeza destrozada por un golpe muy certero. El fraile está paralizado y Bernardo, mi viejo amigo Bernardo, se retira tratando de buscar un escondite seguro. El otro caballero alza su espada, pero es una lucha perdida desde el principio. Cinco hombre le rodean.
Tenso mi arco y realizo dos disparos; no fallo ninguno. Dos de los hombres caen, el caballero se hace cargo de un tercero y los dos que vienen a por mí no son conscientes de que van a morir. Pero yo lo sé, no me gusta intervenir en ningún enfrentamiento, pero cuando lo hago nunca pierdo.

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