Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

domingo, 21 de agosto de 2011

NOCHE

Un fragmento de "Noche". Pertenece al segundo acto, para mí es uno de los momentos más intensos. Estrenaremos el 14 de enero y justo ahora estoy estudiándolo un rato...

La luz comienza a hacerse fuerte, mostrando la silla ocupada por la Reina que mira sin ver. Justo a su derecha, de espaldas al público y casi en el fondo de la escena, hay un hombre. Es el Rey. Viste una túnica de colores ocres. La Reina lleva el pelo suelto.

REINA: Cierra la ventana.
REY: ¿Por qué?
REINA: Porque puede que se cuele ese día que no existe. Y entonces es posible que recuerde.
REY: Mira, es una noche hermosa.
REINA: Quiero un rato de silencio. La cabeza me arde con los gritos de ese tumulto.
REY: Yo no escucho nada.
La Reina se levanta y se dirige hacia su izquierda. Toca uno de los pliegues de su túnica.
REINA: ¡Qué hermosa criatura que ilumina esta noche perpetua! –Le habla a la daga-.
REY: -Dirigiéndose hacia ella- ¿Qué dices?
REINA: Solo he recitado un pensamiento en alto. –Se lleva una mano al pecho. El Rey acude en su ayuda- Estoy bien, no te preocupes. Es esta noche que no cesa y me consume. Se me ha pegado como una segunda piel.
REY: Es noche. Hermosa noche. Noche que cobija a los amantes –el Rey abraza a la Reina y la acaricia. Sus manos recorren el cuerpo de la mujer con urgencia- Y nuestro lecho está vacío, reclamando nuestros cuerpos –besa su cuello.
REINA: Tan vacio como nuestro trono –las palabras de la Reina paralizan el deseo del Rey.
REY: Los tronos nunca permanecen vacios.
REINA: Pero yo soy su dueña y mi deber es otorgarle un heredero.
REY: ¡Por qué te torturas!- violento e indignado se levanta y se enfrenta a la Reina- Tú deseo es tan inútil como imposible –la mira unos instantes y se dispone a abandonar la escena. Pero la Reina lo retiene, abrazándolo por detrás.
REINA: ¡No! No te marches de mi lado, no te vayas una vez más, no me abandones en esta noche. ¡Quédate conmigo! –Le obliga a darse la vuelta- No volveré a hablar de ese trono huérfano. ¡Es esta noche que me oprime el pecho y no me deja pensar! ¡Arráncamela, te lo suplico!
REY: La noche dará paso al día. Así es siempre.
REINA: Pero hace tiempo que no sucede. Y esta noche se ha instalado en mi cuerpo robándome el recuerdo de los días.
REY: Silencio –Cierra la boca de la Reina con un beso dulce-. Es noche y el amor nos reclama. ¿Recuerdas? –El Rey se dirige a la silla y se sienta a la vez que invita a la Reina a sentarse sobre él- A los días les faltaba tiempo para amarnos. –Recorre con sus manos las piernas de la mujer-. Me dolía tu ausencia.
REINA: Y a mí me duele la tuya.
REY: No existía mayor enemigo que el sueño que nos separaba y cuando caía rendido en sus brazos no existía mayor victoria que soñarte.
REINA: Y aún soñándote me dolías.
REY: Aún recuerdo los besos furtivos, la luna de plata alumbrando nuestros cuerpos desnudos, fatigados de tanto deseo. El tímido susurro de los árboles en invierno que no osaban molestarnos cuándo nos pertenecíamos.
REINA: Cuando eras mío.
REY: Cuando eras mía.
REINA: ¿Aún me amas?
REY: Nunca he dejarlo de hacerlo.
REINA: ¿Aunque ya no compartas mi lecho?
REY: Las distancias a veces son necesarias. Para que no me duela verte.
REINA: ¿Aún me amas?
REY: Si. Aunque amarte sea inútil.
REINA: -Se separa del Rey y vuele a tocar un pliegue de su túnica- ¡Ay, criatura hermosa que rasgas la noche! No serás caricia muda en el cuello de mi rey ¿lo has oído? Él me ama.
REY: -Acercándose- Te amo.
REINA: -Volviendo en sí y respondiendo al Rey- Entonces, ¡ayúdame a librarme de esta noche! Ha tomado mi pecho y no se va. ¡Libérame de esta noche! Corramos libres, por las praderas. Invadamos el aire con nuestro aroma, rompamos esta noche que amenaza con ser infinita. –Su voz se llena de alegría- Festejemos nuestro amor a cada paso –llena la cara del Rey de besos y le toma de la mano.
REY: ¡Espera! –Sonríe y frena la huida de la Reina- Es noche. –La Reina se frena.
REINA: ¡Siempre es noche! Pero los juncos de la ribera llevan siglos esperándonos. ¡Volvamos! Este lugar me asfixia.
REY: ¡No seas impaciente! El día siempre sucede a la noche.
REINA: Hace tiempo que eso no ocurre. Y ese trono me encadena.

Suena intenso el tañido de las tres campanas. La reina se paraliza. Cae al suelo petrificada y solloza. ¡No! –Se tapa los oídos.- ¡Haz que cese ese ruido!
REY: ¡Yo no oigo nada! –se acerca a la Reina.
REINA: ¡Tú nunca escuchas! –Se pone en pie y se miran durante unos instantes- Se ha perdido nuestra ribera y los juncos escupen plegarias a causa de nuestra ausencia. Se nos ha perdido esa luna que plateaba nuestros cuerpos desnudos. Pero tú no oyes porque nunca escuchas.
REY: Y sigo amándote, aunque sea una causa inútil. Aunque sea una batalla perdida, aunque mirándote…
LOS DOS: …no te vea.

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