Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

lunes, 23 de agosto de 2010

IUS X

-Es un tiempo raro, un tiempo de cambios. Lo presiento. Y es por eso que necesito apoderarme del mensaje y de quién sea capaz de descifrarlo. -Una mujer canosa se apoya en el alféizar de la ventana de un hermoso palacio. La edificación es antigua y la erosión de la lluvia ha trazado en su fachada surcos similares a las lágrimas. En toda la tierra se le conoce por esta característica y por la dureza del duque Víctor, su dueño. - Ese monje debe ser su portador o al menos puede darme alguna pista...
- ¿Estás segura? -la voz poderosa y grave del duque lo invade todo. Es un hombre alto, fornido, con el pelo levemente ondulado y un mentón fuerte que denota determinación y voluntad.
- El mensaje fue claro "el monje tiene la clave". Mi confidente no pudo escribir mucho más en la nota que trajo la paloma mensajera... pero en cuanto me dijiste que un monje acompañado por un hombre recorría nuestras tierras ¡supe lo que debía hacer! -la mujer se vuelve, su cara está surcada por las arrugas, pero sus ojos grises denotan un leve atisbo de locura.
- Los cinco hombres que mandaste a por tu monje están muertos. Y ahora espero que los que hemos mandado a vigilarlos, regresen con vida- el hombre mira a la mujer y apura su copa repleta de vino- no entiendo por qué te hago caso.
- ¡Aprésalos! -la mujer se acerca al hombre y pone sus manos sobre sus hombros. El hombre se estremece - Eres Víctor, duque de estas tierras.
- ¡Imposible! Son hombres de la reina -el hombre se retira con suavidad de las manos que lo apresan.
- Esto tú no lo sabes -la mujer se enfrenta a él.
- Si, claro que lo sé, me lo has dicho tú -Víctor, el duque, se dirige a la ventana.
- Pero no tendríamos porqué saberlo. ¡Aprésalos! Me haré con el monje de una manera fácil y limpia -la mujer se ríe, le faltan varios dientes. Ahora la locura ha invadido por completo su cara.
- No. No quiero problemas. Son tiempos difíciles. Mis siervos huyen de las tierras, corren libres a refugiarse en esos nuevos lugares que llaman burgos. Reclaman cartas de libertad y olvidan las tierras a las que estaban sometidos. Cada día huyen cientos y no creo que tardemos en observar las tierras desiertas... no voy a enfrentarme a la reina, ¡no lo haré! -el duque se ha levantado y ha dejado su copa sobre una mesa, con mucha violencia -además ¡no entiendo porqué sigo escuchándote!
- ¿Y si ese monje tuviese la clave para frenar lo que está ocurriendo? -la mujer se expresa casi en susurros y sus inmensos ojos consiguen tranquilizar al duque - La profecía habla de una ley no escrita "ius non scriptum", capaz de desintegrar el mundo tal y como lo conocemos...
-Ya está desintegrado, no quiero que el proceso se acelere. Además, estoy harto de tus chifladuras. ¡Profecías! Si realmente existiese la justicia, la reina y tú deberíais ser quemadas en la hoguera que purifica el alma de esas impías. -el duque emite una risa amarga.
- Víctor, no seas necio. Si el mensaje tiene la clave para desintegrarlo, también la tiene para reintegrarlo... para volverlo a su estado original. Y quiero poseer la información antes que la reina, eso nos dará una inmensa ventaja sobre ella -la mujer se ríe como una niña.
- ¡Ya! - el duque mira a la mujer que toma asiento en la mesa y bebe un sorbo de la copa de vino.
- Información, querido Víctor, información....-la mujer sigue bebiendo - ese es el verdadero poder. Quién no conoce vaga ciego en tierras llenas de bruma... pero quién conoce Víctor, quién posee información pasea por tierras soleadas y no titubea al recorrer el sendero....
- Si, ya, ya ¡muy bonito! -la mujer se acerca al duque y le susurra en el oído.
- ¡Aprésalos! -el duque titubea, arranca la copa de vino de las manos de la mujer.
- ¡No sé porqué te hago caso! - la risa de la mujer confirma sus victoria. El duque se deja caer abatido en su silla.
- Porque soy tu madre, Víctor.
El aullido de la loba lo inunda todo. Rompe el tiempo y el espacio. Hiere los oídos y los sumerge en miedo. El aullido de la loba me ha petrificado. Mi ira se ha convertido en vértigo y no soy capaz de mantenerme en pie.
- ¡Haz que se calle tu perra! - de pie, Bernardo acusa con el dedo a la mujer de pelo rojo. Pero ella no está escuchando, se acerca a la loba y parece olfatear a su alrededor.
-¿Qué estás viendo? - un segundo aullido más intenso me confirma que el animal está viendo algo que nosotros somos incapaces de detectar. La mujer habla con ella, pero el animal está poseído por su instinto, ese que le dice que está a punto de suceder algo...un gemido hace que me vuelva hacia dónde está Gonzalo. Parece desorientado, me dirijo hacia él, para prestarle ayuda.
- ¡Haz que se calle! -Bernardo ruge furioso. El consejero de la reina está más pálido de lo normal y gotas de sudor le cubren la cara. La mujer se mantiene a un paso de la loba, mira nerviosa a su alrededor, tensa su cuerpo, se invade del terror del que no puede ver... del que desconoce el peligro que le acecha...
- Nos estaban vigilando, eran tres, de eso estoy segura. Pero ella no estaba nerviosa -dirige su mirada oscura hacia mí.
- Quizás han decidido atacarnos....- es lo único que se me ocurre decir. Un tercer aullido lo invade todo, incluso mis pensamientos. Cierro los ojos pero por encima de ese sonido ensordecedor cargado de miedo, oigo la voz de la mujer.
- Ella no aulla así porque vayan a atacarnos, presiente un peligro aún mayor....- su voz se interrumpe a la vez que el aullido de la loba que queda suspendido en ese instante... para siempre. El animal cae al suelo, abatido por una flecha que le atraviesa el cuello. El silencio es aún más terrorífico que el aullido del animal que ahora yace muerto. La mujer cae de rodillas y emite un grito que me rompe el corazón. Jamás he escuchado un sonido tan triste. No tengo apenas tiempo de levantarme para dirigirme a ella. De un salto recorre los pasos que la separan de Bernardo y cuando miro hacia él compruebo con horror que sostiene en sus manos un arco.
- ¡Voy a matarte! -la mujer se abalanza sobre Bernardo.
- Inténtalo, Isabel - Bernardo la llama por un nombre. Un nombre que debe ser el suyo. Ella titubea un instante, pero luego se recobra.... no puedo observar nada más, alguien me golpea la cabeza. Negro.

No hay comentarios: