Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

domingo, 18 de septiembre de 2011

EN EL PARAISO

Dice un buen amigo mío que le paraiso es aquel lugar en el que te sientes libre, feliz, seguro. Hace algunos meses escribí "De vuelta a casa", hoy ha venido a mi memoria. Y es curioso porque no estando mal, sigo sintiendo esas ganas de volver a mi tierra. Siempre que la visito me ocurre y quizá por eso no voy demasiado a menudo, para no sentir esta sensación de que regreso a un lugar que no es el mío. Para no sentir que estoy lejos de mi tierra.
También echo de menos los campos gallegos llenos de flores (creo que mi abuela las llamaba campanillas). El frío, el cielo nublado, el olor a humedad, el verde, el sonido de la lluvia...
Será porque presiento un cambio o porque llevo varios días haciendo teatro en verso, teatro que me recuerda a esos corrales castellanos. Será porque llevo meses tratando de peregrinar a Santiago y más que eso, de andar por los campos gallegos, de volver a sentir la humedad en mi cuerpo. Será porque a veces me canso de escuchar eso de: "tú no eres de aquí" y más aún de sentirlo. Será por todo eso que siento nostalgia de mi tierra (morriña en galego).
O simplemente porque hoy, leyendo la reflexión de mi amigo he comprendido perfectamente el paraíso que él describe: un lugar en el que te sientas libre, feliz, seguro. Y yo me siento así en mi tierra. En mi casa.

De vuelta a casa: "Nunca un cielo ha vuelto a ser tan azul y tan infinito como el de aquella tarde. Nunca. Recorro con placer ese recuerdo del instante en que me sentí en casa. Y fue una tarde de verano, tumbada boca arriba, mirando el cielo azul lleno de nubes blancas que se convertían ágiles en miles de objetos. Una flor, una luna, un conejo, un pájaro... ese cielo me hizo sentir en casa. Me sentí el ser más pequeño de este mundo acunada por la risa de los campos de trigo que me observaban divertidos. Y también me sentí poderosa, porque me sentí segura.

Mi memoria me devuelve ese momento entre los trigales, tumbada sobre el suelo castellano, mirando un cielo azul infinito, acariciada por los rayos de un sol que nunca me hizo daño. Es curioso, porque el sol de aquí siempre me abrasa. Debía tener seis años o quizás menos, pero me sentí en mi casa. Reina de un mundo lleno de nubes que me mostraban que nada dura siempre y que los cambios son transformaciones, nunca finales.

Llevo unas tres semanas con una idea instalada en mi cabeza. Surgió de repente en mi
tad de un ataque de pánico brutal. Mi cabeza estaba bloqueada, no podía pensar. Me sentía mal... y de repente recordé ese enorme cielo azul, las nubes transcurriendo silenciosas, el sol bañando ese silencio... y también los brazos de mi abuela, generosos, recibiéndome como si fuesen parte de esa tierra a la cual pertenezco.

Tras unos minutos en los que solo deseaba cruzar medio país y alcanzar mi tierra, acudió a mi la calma. Pero ahora, no consigo quitarme de la cabeza ese sentimiento de seguridad que me invade cada vez que piso en mi memoria el suelo que me vio nacer.

No creo en dios, pero si creo en el destino. O quizás en las casualidades. Pero hay momentos
en tu vida en que se unen varias circunstancias que te ayudan a tomar decisiones. Decisiones que transforman tu vida, como se transforma una nube en luna y luego en conejo. Decisiones que implican la pérdida de lo que dejamos y la victoria de nuestra propia libertad. Decisiones que son un cambio, nunca un final.

Quiero sentir que pertenezco a algún lugar y que ese lugar me pertenece. Abrir las puertas y sentir que me invade un olor conocido. Escuchar una voz que me haga sentir segura. Quiero que mi abuela me cuente todas las historias que he olvidado. Mirar desde el corral la ventana del sobrao en el que se hacían los quesos. Invadirme de los sonidos de la madrugada y que el amanecer me recuerde que en verano existen lugares en los que se duerme con manta. Quiero contemplar los nidos de cigüeñas sobre los campanarios.

Quiero volver a ese lugar en el que soy la reina de un país de nubes.
Ahora más que nunca quiero volver a mi casa. "

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