Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

domingo, 9 de enero de 2011

EL PAÍS QUE NO TENÍA COLORES



Hoy toca cuento. Lo publicaré en varias partes porque es un poquito largo.
Lo estoy transformando en un guión teatral y espero poder estrenarlo con mis pequeños artistas del taller de teatro a finales de mayo.
Dedicado sobre todo a los que tienen niños.... una fábula sobre la importancia de la ilusión y los sueños!


Existió hace mucho, mucho tiempo, un país que no tenía colores. Era un país gris pues el resto de los colores habían huido muy asustados.
Los más viejecitos del país contaban que todo sucedió cuando la gente comenzó a perder sus sueños y sus ilusiones. Sin saber porqué las personas dejaron de c
reer en la magia de las hadas y los duendes, en las risas de los bosques y los pájaros, en lo hermoso de los ríos y los animales y poco a poco se fueron apagando.
Lo primero que pasó es que todos se pusieron muy enfermos. Estaban t
odo el día muy cansados y lo único que podían hacer era sentarse y esperar a que llegase un nuevo día. Llamaron a muchos doctores y doctoras. Pero ninguno encontró la solución. Les recetaron unas vitaminas especiales pero ¡nada!.



Luego se fue apagando el brillo de sus ojos, que perdieron toda la luz. Así que no se sabía muy bien si sonreían, lloraban, se alegraban o sorprendían pues sus ojos se habían dormido incapaces de transmitir ningún tipo de sentimiento.
Pero lo peor fue cuando el color de sus cuerpos fue desapareciendo. Los cabellos perdieron primero el brillo y luego, un buen día amanecieron todos de un color gris ceniza. Incluso los niños se quedaron si sus brillantes c
abellos de colores pues todos se pusieron de color gris.
Pero ni siquiera se extrañaron cuando sucedió esto. Se miraban unos a otros sin ánimo, sin vida, sin nada. Todos estaban demasiado cansados para sorprenderse y seguían con su vida llena de rutinas, trabajos y planes.


Poco a poco los colores fueron emigrando de aquel país. Huyeron de la ropa, de las casas, de los cuadros y los muebles. Se fueron silenciosos de la comida, de las plantas y de los animales. Burlaron al cielo y las nubes y se escabulleron del propio sol y de la luna. Así que desde ese mismo momento todo el mundo lo llamó el país sin colores.
A veces los niños y niñas que nacían en aquel país gris oscuro, traían un poquito de luz y color. Pero esta pronto se escapaba de su pie
l escondiéndose en cualquier lugar lo suficientemente lejos.
Y por más que los habitantes del país sin colores se ponían a pensar, no hallaban solución alguna. Primero hicieron excursiones para ver si encontraban a los colores viviendo en algún lugar cercano, pero fue inútil. Luego decidieron escribir a todos los mandatarios y mandatarias de los países cercanos para ver si sus colores se hallaban allí de vacaciones, pero fue inútil. Preguntaron a todos los viajeros que llegaban a las lindes de su país, pero éstos, muy asustados n
i siquiera se atrevían a tomarse algo, por miedo a perder sus colores.
Pero luego, al pasar el tiempo, los habitantes de ese país gris oscuro, perdieron el interés en recuperar sus colores. ¿Para qué? al marcharse los colores, la ilusión y los sueños, las esperanzas y las ganas de hacer cosas también se habían ido. Y una tristeza sin fin se apoderó del país y del alma de sus habitantes.
Pasaba el tiempo e incluso las nubes, que también eran grises, dejaron de avanzar por el cielo. El sol y la luna apenas se molestaban en camb
iar de lugar pues los dos tenían el mismo color. Dejaron de existir los días y las noches. La primavera, el verano, el otoño y el invierno vestían siempre de gris y el tiempo tampoco cambiaba de color.

Pero un día sucedió un hecho inquietante. Dentro de una casa tan gris como todas las demás, nació una niña con colores. Su piel era rosada, su pelo castaño y tenía unos hermosos ojos negros llenos de luz y vida. Su presencia iluminó la estancia con miles y miles de reflejos coloreados que hicieron que todos los presentes tuviesen que cubrirse el rostro. La luz les molestaba, no estaban acostumbrados a ella. Y la niña lloró, primero como lloran todos los bebés al llegar al mundo. Y luego lloró porque el gris que la rodeaba comenzó a quitarle sus colores y eso no le hizo ninguna gracia....


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