Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

martes, 11 de enero de 2011

EL PAÍS QUE NO TENÍA COLORES III

Una tarde estaban muy pensativos, mirando la superficie del agua así que no notaron que justo a sus espaldas se posó un hermoso pajarito que tuvo que piar para que los niños se diesen la vuelta. Al instante los tres quedaron muy sorprendidos, pues ese pequeño pajarito estaba lleno de colores. Tenía plumas verdes, rojas, amarillas, su pico y sus patas eran naranjas y sus ojos de un intenso color negro. Sus movimientos eran rápidos y graciosos e inmediatamente tuvieron la necesidad de tocarlo.

- - No, no os acerquéis a mí. Mis colores huirían tan rápido que no tendría tiempo de atraparlos. Os lo ruego, quedaros dónde estáis –el pájaro ladeó la cabeza y los miró divertido.

- - ¡Anda! Un pájaro que habla y encima ¡estás llenito de colores! – Ana tenía los ojos muy, muy abiertos.

- - Sí, los tengo todos, no me falta ninguno. – el pájaro se rió complacido de la curiosidad de los niños.

- - ¿Y de dónde vienes pajarito? –Marta miró al pájaro y el pájaro miró a la niña.

- - Vengo del país de los colores. Allí huyeron todos cuando se fueron de aquí dejando solo al color gris. Menos mal que él se quedó, sino no podríais ni veros –los niños se miraron muy sorprendidos- hace tiempo que nos han llegado noticias extrañas. Se rumoreaba que en el país sin colores había nacido una niña coloreada… y por lo que veo es cierto –el pájaro volvió a mirar a Marta – aunque poco a poco te estás destiñendo.

- - Es que este color gris se lo lleva todo –gimoteó la niña.

- - No, no te equivoques. Lo que hace que te quedes sin color es la falta de ilusión, la falta de sueños, el no creer en lo fantástico del mundo que nos rodea. Cuando las personas pierden la fe en la magia y las ilusiones algo se rompe en su alma. Surge una pequeña grieta a través de la cuál huyen las ganas de hacer cosas, de cambiar el mundo, de pintarlo de alegría y de color…. Y todo pierde el destello de los colores que iluminan las buenas intenciones. – el pájaro se acercó al agua y hundió en ella su pico.

- -¡Eh! Tú pico ha perdido el color –David señaló al pájaro y gritó sin poder evitarlo.

- -¡Vaya, se me olvidó! Pero tenía tanta sed que no he podido evitarlo –el pájaro se sacudió los restos de agua que le quedaban en el pico.- No creo que pueda quedarme mucho más tiempo. Vengo a avisaros –los niños miraron atentos al pájaro – mas allá de este país sin colores, existe un lugar en que todo es brillante, los colores vuelan libres y se posan sobre las personas, los animales, las plantas y todos los habitantes del cielo y el mar. Allá fueron a parar cuando salieron asustados de estas tierras pero creemos que deben volver pues está claro que no todo está perdido. Vosotros tres sois la prueba de que aún queda esperanza. Pero debéis ir a buscarlos y convencerlos de que vuelvan. Allí son muy felices porque se nutren de las ilusiones de la gente….

- - ¿Y cómo haremos para que vuelvan? –Marta miró asustada al pajarito que ahora tenía el pico gris.

- - ¿Querrán volver con nosotros? – Ana preguntó con cierto recelo.

- - ¿Cómo llegaremos hasta allí? – David miró al pájaro muy tranquilo.

- - Bueno David, eso es sencillo. Solo tenéis que seguirme. Pero lo que no puedo aseguraros es que quieran volver, eso solo depende de vosotros –el pájaro los miró y luego preguntó con voz clara - ¿os animáis?

Marta, Ana y Carlos no tuvieron mucho que pensar, sin dudarlo siguieron al pájaro que les hizo atravesar valles y praderas, pequeños montes y bosques enormes todos ellos de un infinito y pesado color gris. Tal era el peso del color, que los niños se sintieron cansados y muy tristes. Cada vez estaban más desilusionados y el color de Marta se iba desvaneciendo a pasos agigantados. Primero fueron los dedos que comenzaron a volverse del color de la ceniza y luego la nariz que se quedó fría y gris.

- - ¡Qué frío tengo! –miró desesperada a Ana y Carlos – no estoy segura de que pueda seguir andando.

- -¡Venga, un poco más! –al pajarillo de colores ya no estaba brillante, parecía como si una capa de polvo le hubiese cubierto por entero, pero seguía su vuelo lento, al lado de los niños. – Apenas crucemos aquella montaña, habremos llegado al país de los colores.

Los niños le miraron resignados y siguieron andando admirando el esfuerzo del pequeño pájaro. Pero a cada paso que daban sus plumaje se iba tornándose de un gris oscuro, tan oscuro como el bosque que habían dejado atrás. Sus alas se batían contra el aire en un esfuerzo desesperado por seguir avanzando y su cabeza apenas tenía fuerza suficiente para permanecer alzada. Pero sus ojos negros seguían conservando el mismo brillo que cuando lo vieron en el prado y la ilusión del pájaro consiguió darles el ánimo suficiente para avanzar.

Y de repente comprendieron porqué tanto esfuerzo había merecido la pena pues justo cuando alcanzaron la cima de la montaña observaron una imagen prodigiosa.

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