Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

miércoles, 4 de julio de 2012

AYNHARA Y EL SECRETO DE LAS ESTRELLAS II

Realmente Aynhara no sabía que hacer... su lago se había secado y sus padres cada vez estaban más y más grises.
Su risa se había marchado de su cara y por más que llamaba a las aguas para que volviesen a llenar los lagos, los mares, los ríos, los pantanos e incluso las ciénagas... ¡no obtenía respuesta!. Habló con el viento que todo lo sabe, preguntó a los árboles que todo lo ven, pidió ayuda al sol que todo lo ilumina... pero fue inútil.



- ¡Yo no sé nada! -le dijo el sol con un grito amarillo.
- ¡Pero si eres el rey del cielo! -le dijo Aynhara - si tú no lo sabes ¿a quién le pregunto yo?
- Pues... no tengo ni idea, niña. Además, acabo de tragarme un par de nubes algodonosas y me pesa muuuucho la barriga. Lo único que quiero es ocultarme tras alguna montaña y dormirme una siestecilla....

Y el sol dejó a Aynhara con la palabra en la boca pues realmente había comido demasiado.

Lo que el sol no sabía, es que al ocultarse se hacía la noche y que Aynhara no sabía regresar a su casa. La pequeña lloró asustada, pero enseguida notó como una caricia de plata le enjugaba las lágrimas.



- ¿Que te pasa criatura? -Aynhara estaba muy sorprendida. Miró hacia el cielo y vió a la hermosa luna que la miraba preocupada.
- Na...nada, he venido para preguntarle al sol si sabía cómo hacer para que las aguas volviesen a mi casa. Se han marchado y todo mi mundo se seca....
- ¡Ah! ¡Algo he oído pequeña! - la luna sacó unas largísimas agujas tan plateadas como ella y comenzó a moverlas con mucha agilidad.
- ¿Qué haces, luna? -preguntó Aynhara.
- ¡Uy! Pues tejer... a eso me dedico todas las noches, pequeña. A tejer. Si no fuese por estas agujas el tiempo se me pasaría muy despacio y además, ¡estoy tan sola!.
- ¿Sola? -Aynhara miró a la luna - ¡pero si estás rodeada de estrellas!
- ¿Te refieres a esos puntitos de luz insolentes? -la luna lanzó un chillido color plata y luego tosió atragantada por su propio enfado- ¡no me hablan!
- Pero ¡si tú eres la reina del cielo! ¿Cómo no te van a hablar? -Aynhara sonrió por primera vez en muchos días. La ocurrencia de la luna le había hecho gracia. Una de las estrellas titiliteó muy contenta.
- Pues no me hablan y por eso yo me dedico a tejerlas... tejo con mis agujas a las estrellas del cielo y con ellas elaboro telas maravillosas, telas de secretos....

Aynhara observó la bufanda que la luna llevaba alrededor de su cuello. Realmente era una bufanda especial... pero tembló al imaginar cuántas estrellas habían hecho falta para hacerla.


- Ellas no me hablarán, pero con su voz, yo tejo estas telas tan maravillosas...-la luna pinchó en una de sus aguja a una pequeña estrella.
- ¡No hagas eso! Seguro que les haces daño...
- ¿Daño? Tu mundo se seca porque se queda sin agua... y seguro que estas pequeñas descaradas conocen el motivo. ¡Ellas lo saben todo! Se mueven rápido por el cielo y conocen todos y cada uno de los secretos del universo... pero no hablan. ¡Míralas! Calladas, mudas, sordas....
- Espera... ¿crees que ellas podrán decirme cómo recuperar el agua de mi lago? ¿y cómo hacer para que mi papá y mi mamá ya no estén grises? -a Aynhara se le iluminó el rostro y sin quererlo, volvió a sonreir. Un par de estrellas sacudieron chispas de oro y el cielo se llenó de luz.
- ¡Vaya! Parece que a las estrellas les gustas, mocosa.
- ¡Anda luna! ¡Déjame hablar con ellas!
- ¡Ja! -la luna volvió a toser, atragantada por su soberbia- inténtalo, pequeña niña. Pero eres tan diminuta que dudo que lo consigas. Tienes el tiempo que tarde en tejer este jersey... - y la luna le mostró a Aynara su cara oculta, dejándola a solas con todas las estrellas del cielo.

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