Llovía mucho, llovía demasiado. El agua caía sin compasión sobre sus cuerpos. Ella miró hacia arriba sonriendo al cielo negro.
Él miraba hacia el suelo tratando de ocultarse una vez más.
- Dime - dijo él.
- Hay cosas que no voy a decirte. Lo sabes -ella bajó los ojos, tratando de buscar los de él. Pero no encontró nada.
- Dime...
- No.
- Vamos, dime ... -los ojos de él se fijaron en los de ella. Pero estaban vacíos, ausentes.
- No. No me gusta jugar sola. -Ella lo miró, seria.
- ¿Qué? -el levantó una mano, tratando de protegerse de la lluvia que caía cada vez más fuerte.
- No soy tonta. Pregunta cuando de verdad quieras saber - ella volvió a mirar al cielo negro.
- Vamos, ¡dime!- él trató de agarrarle un brazo, pero ella se retiró justo a tiempo.
- No - ella bajó los ojos al suelo. Se dio la vuelta y corrió rápida al coche. Ni siquiera se despidió. No hacia falta.
Él miraba hacia el suelo tratando de ocultarse una vez más.
- Dime - dijo él.
- Hay cosas que no voy a decirte. Lo sabes -ella bajó los ojos, tratando de buscar los de él. Pero no encontró nada.
- Dime...
- No.
- Vamos, dime ... -los ojos de él se fijaron en los de ella. Pero estaban vacíos, ausentes.
- No. No me gusta jugar sola. -Ella lo miró, seria.
- ¿Qué? -el levantó una mano, tratando de protegerse de la lluvia que caía cada vez más fuerte.
- No soy tonta. Pregunta cuando de verdad quieras saber - ella volvió a mirar al cielo negro.
- Vamos, ¡dime!- él trató de agarrarle un brazo, pero ella se retiró justo a tiempo.
- No - ella bajó los ojos al suelo. Se dio la vuelta y corrió rápida al coche. Ni siquiera se despidió. No hacia falta.
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