Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

miércoles, 18 de mayo de 2011

PODER, GOBIERNO Y OTRAS HISTORIAS

Hace tiempo, mucho tiempo, para hacer política tenías que tener los recursos suficientes para poder dedicarte al bien común. Nadie pagaba por hacer algo que era una obligación inherente al ciudadano de la polis (ciudad).
Esto fue hace mucho, mucho tiempo, en Grecia. Allí surgió la palabra política que en su origen hacía referencia al ordenamiento de la polis, al ordenamiento de la ciudad. A Grecia también debemos el origen de la palabra democracia que significa el gobierno del pueblo.
Pero eso fue hace mucho tiempo y viendo la situación actual creo que muchos pensamos que la democracia es más una leyenda que un hecho real. Como las meigas, haberlas haylas, pero ¿dónde?.
Personalmente y es una opinión personal, creo que la situación actual se explica de una manera bastante simple. Dicen algunos historiadores que la democracia real existió en Grecia, en la época de Pericles pero que fue tan desastrosa la experiencia que se demostró que era impracticable. Y es cierto. Se intentó una democracia pura, se articularon los cauces necesarios para permitir que el pueblo ejecutase su gobierno y cuando digo pueblo, digo todos los ciudadanos de la polis ateniense (de esta categoría estaban excluidos los esclavos y otros segmentos sociales –MUJERES- que no eran considerados/as ciudadanos de la polis) y claro eso fue un caos. Y a partir de ahí comienza a sembrase el germen de un proceso que culmina en que el gobierno de la polis, de la ciudad, del estado cualquiera que sea su forma, del país, del imperio o de lo que sea, se ejerce a través de grupos que representan intereses de la población. Se supone que todo ciudadano se ve representado en alguno de estos grupos (¿????) y que todos estos grupos optan y participan del gobierno. Pero no es verdad, nunca es verdad, nunca puede ser verdad.
Voy a utilizar una metáfora simple, sencilla, una metáfora que se ha utilizado hasta la saciedad: la metáfora del pastel. Cuando el gobierno de un pueblo, el ordenamiento de un estado, la gestión pública, se convierte en un PASTEL que hay que dividir entre varios comensales, se produce un error de base. El gobierno de un pueblo no puede ser nunca considerado un pastel, un botín. NO. El gobierno de un pueblo debe ser considerado un DEBER pues las personas elegidas para ello deben asegurarse procurar tarta a los demás y no comérsela toda ellos. Y ahí tenemos a los distintos grupos políticos tratando de conseguir la tarta a cualquier precio en una frenética carrera hacia la sección de congelados en la que todo vale. Pero es que esa tarta, es nuestra.
La situación presente me causa auténtica vergüenza, pero más que vergüenza por lo que observo entre los que nos “gobiernan” y los que tratan de gobernarnos, siento estupor por nuestra falta de arrojo, de empuje y de ganas. Somos seres grises que transitamos en un camino del que no nos salimos. Nos da miedo salirnos, estamos cómodos quejándonos entre nosotros incapaces de reclamar un ápice de lo que nos pertenece.
La gente te dice que siente miedo de quejarse vayan a tomarla con ellos. Los/as padres/madres tenemos miedo de quejarnos en el cole de nuestros hijos/as, vayan a tomarle manía a nuestras criaturas. Tenemos miedo de exigir nuestros derechos, vayan a ¿qué?, les pregunto yo: ¿es que alguien va a llamar a tu puerta, te va a sacar de tu casa, te va a conducir a algún lugar oscuro y te va a pegar un tiro?.Eso, por desgracia, ha pasado demasiadas veces y se nos tendría que caer la cara de verguenza cuando decimos que tenemos miedo de quejarse. ¡Nosotros no sabemos lo que es pasar miedo!.
Que están gestionando nuestro dinero, nuestros recursos y que debemos empezar a exigir de una vez que hagan su trabajo y que lo hagan bien. Y que lo hagan atendiendo a sus ideologías como grupos, es decir, que si eres un gobierno de izquierdas es lógico que gobiernes defendiendo políticas sociales. Pero lo que totalmente indefendible es que utilicen sus ideología para enarbolarlas como cruz en la que sentenciar a los que no piensen como ellos. Porque por encima de todo, por encima de sus ideologías, cuando un grupo llega al poder (fijaos bien en la confusión de PODER Y GOBIERNO!!!!!! ) tiene la obligación de gobernar para todos y no para algunos.
Es triste observar las peleas para conquistar el gobierno. Es realmente triste, pues cuando surgió el concepto de política, al ciudadano griego no le hacía ninguna gracia abandonar sus quehaceres personales para tener que dedicarse al resto. Era un verdadero marrón y ahora es una auténtica lotería porque casi todos los que llegan al gobierno lo hacen con el único interés de beneficiarse, beneficiar a los suyos y si pueden joder al resto y sobre todo a los que ellos consideran el contrario. Y he dicho casi todos porque quiero pensar que todavía queda alguien, que pueda considerar que el gobierno público es un ejercicio de responsabilidad de tal calibre que de solo imaginarlo, asusta.
Cuando yo tenía diecisiete años y se acercaba el momento de votar por primera vez, mi padre mantuvo una interesante conversación conmigo:
- ¿Quién crees que debería gobernar? –me dijo.
Yo lo medité unos minutos y no vacilé en contestar:
- Quién tenga capacidad para hacerlo.
Recuerdo que mi padre se puso muy serio y me advirtió de los peligros de la tecnocracia. Y me volvió a preguntar:
- Tendrás que decidir: PP, PSOE o IU –me dijo.
Pero yo no me bajé de mi burra:
- Yo creo que para eso hay que formarse y debe gestionar los recursos del país quién tenga capacidad para eso y quién sepa.
Y sigo pensando lo mismo. Pero además ahora, muchos años después, le diría a mi padre que desde luego no debería gobernar quién tenga intereses personales y partidistas. No. Porque está claro que eso si es un peligro.
La plataforma DEMOCRACIA REAL abre un camino a la esperanza. Un camino alternativo a esta enorme calleja gris por la que todos transitamos con la cabeza baja; un camino que tenemos el deber de hacer grande. Yo creo que se lo debemos a aquellos que dieron sentido a la palabra política y a la palabra democracia. Palabras que se nos han quedado muy grandes y que se han convertido en una decadente representación de ellas mismas. Se lo debemos, nos lo debemos. Y sobre todo, tenemos el deber de conseguir que gobierno y poder no sean sinónimos.
Porque además no podemos olvidar que quién calla, otorga.

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