Dice una frase famosilla.
Y eso pienso yo hoy; hoy que he cumplido un año más (bueno y un día). Y si valoro el año no me queda otra que admitir que ha sido uno de los mejores de mi vida, porque ha sido especialmente duro y es en los momentos de crisis cuando uno más aprende y más crece.
A día de hoy y tal y como puse el otro día en mi particular diario de bitácora, por más que me rebusco en las entrañas no encuentro ni una pizca de rencor. Y es que quién siente rencor, se somete a la más terrible de las esclavitudes. Y oye, que es verdad de la buena, que esta vida son dos días y quién se ancla en el pasado y no hace más que darle vueltas a las cosas y echar culpas a las espaldas de los demás o de uno mismo, no hace sino desperdiciarlos.
Hace unos meses me puse como meta aprender a disfrutar de lo que hago y con lo que hago. Y quién me conoce sabe que me concentro en cumplir todas mis metas. A veces lo logro, a veces no, pero en este caso era una cuestión importante.
Si os dijera que mi objetivo está cumplido, mentiría. Aún me queda mucho por hacer y mucho por disfrutar. Y sobre todo mucho por aprender y admirar. Pero estoy en el buen camino, de eso no tengo la menor duda.
Consejos los justos, no me gusta darlos y odio recibirlos (soy de esas que aprende a fuerza de tropiezos) pero no puedo evitar desear para los demás lo que poco a poco voy consiguiendo para mi misma: la libertad de no atarse con las cadenas del rencor, la felicidad de sentirse a gusto con uno mismo, admirando las cualidades del resto y la tranquilidad de dormir bien por las noches sabiendo que has hecho lo que puedes y que eso es suficiente.
Women in Love and Mahler ("Mujeres enamoradas" y "Mahler"
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