Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

martes, 23 de octubre de 2012

Un cuento

Hoy ha salido mi hija del cole. Me ha dicho que sabe que me quiere más que yo a ella.
Porque no se lo digo. Porque ya no se lo digo tanto como antes.
Cuantificar el amor es imposible. Yo solo sé que cuando nacieron mis hijos, sentí lo que era el miedo. Miedo a perderlos, a que les pasase algo.
También he ido comprendiendo la importancia de comunicarnos, de decir las cosas, de no darlas por hecho.
Y que ser fuerte es exponer estos sentimientos y arriesgarnos a no ser correspondidos o a no recibir nada a cambio. Y que decir te quiero puede ser muy complicado porque hay momentos en los que no te apetece o  momentos en los que simplemente te "rompes" mientras lo dices. Te sientes vulnerable, ridícula, estúpida...
Hay momentos en los que la vida va tan rápido que vuelvo a olvidarme de lo verdaderamente importante. Pero tengo la suerte de tenerlos a ellos y que me lo recuerden.
De sentir sus manos recorriendo mi cara.
Sus besos.
Sus abrazos y su necesidad.
Su miedo, sus risas, los golpes, la casa sucia, el desorden. La vida, su vida. Corriendo por estas paredes y dando sentido a todo lo que soy.
A veces, todo va demasiado deprisa y nos olvidamos de lo que realmente importa. Cuando nacieron me prometí contarles un cuento cada noche. Aunque fuesen grandes. Un cuento para que se durmiesen recordando mi voz, mis palabras.
Hace días que no se lo cuento.
Hace días que no les digo que les quiero.
Cuando nacieron, también me prometí educarlos con amor. Y eso para mí era muy complicado, porque me cuesta exponerme. Que creciesen con la seguridad de que para su madre, son los mejores, los seres imperfectos más perfectos. Y que yo soy capaz de comprenderlos tal y como son.
Por  fortuna están ellos para recordármelo.


 

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