Siempre se ha dicho que saber ganar es más difícil que saber perder.
Quién pierde, ha perdido. Pero quién gana se sitúa en una delicada posición. El ganador queda expuesto a todas las miradas y a las críticas, que dicho sea de paso, casi siempre son destructivas.
Para ganar algo hay que saber hacerlo, hay que actuar con tanta sutileza y mano izquierda que la victoria en si misma se convierte en un trabajo agotador. Tendemos a pensar que ganar significa el fin de algo cuando en realidad es el principio de un camino mucho más duro y complicado.
Ganar en la actualidad, por paradójico que parezca, puede significar una pérdida. Pues al ganar perdemos libertad de acción y quedamos sometidos a la penetrante mirada del resto y sobre todo a las exigencias de los que han perdido. Si en el camino por alcanzar la gloria hemos interiorizado eso de que el fin justifica los medios y no hemos jugado limpio, corremos el riesgo de vencer y quedar sometidos al juicio del adversario.
Creo que por falta de costumbre no sabemos ganar. Y cuando ganamos cometemos la torpeza de decirlo, propagarlo, restregarlo y comportarnos con un total falta de sensibilidad y educación.
Y cuanto más lo gritamos a los cuatro vientos, más perdemos lo que hemos ganado cediendo la victoria a los que han perdido.
Diferencias.
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Mientras aquí en nuestro país, un cantante se empeña en destrozar su imagen
y dañar su legado con síntomas más que evidentes de desequilibrio mental;
otro,...
Hace 3 años
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