Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

viernes, 3 de septiembre de 2010

IUS XV

Y este mundo, tal y como lo conozco, se tambalea bajo mis pies.
A mi derecha oigo la risa ahogada de Bernardo que parace disfrutar la decisión de la madre del duque. En los ojos de Isabel he visto el horror. Ella fue la que salvó a Gonzalo de una muerte segura. Buscó los remedios para sanarlo y los aplicó con destreza. La madre del duque debe saberlo y por eso ha decidido enfrentarlos.
- ¿Lo conoces? -la anciana toca el brazo de Isabel. Su mirada está poseída por la locura y la sensación de victoria.
- Antonia, no temas, Isabel se enfrentará a tu hombre -la reina, ajena a todas las peripecias sufridas en nuestro viaje, intuye que algo va mal.
- Querida, me han contado que tu hermana salvó a este infeliz de una muerte segura. Y ahora debe darle muerte si queréis llevaros al monje y al trenzador -definitivamente esta mujer debe tener pactos secretos con el maligno. La reina agacha la cabeza.
- Eso no supondrá ningún problema -la voz de Isabel rasga un silencio incómodo. La miro, sus ojos vuelven a mostrar un vacío que parece no tener fin. Gonzalo da un paso al frente, en sus ojos leo la determinación. Lo observo, su brazo aún no está curado.
-Pero Isabel, ¡su brazo!- me sorprende escuchar mi propia voz -¡No puedes hacerlo! -la he visto combatir, Gonzalo no tiene ninguna oportunidad.
-Entonces será un combate breve -Isable abandona la estancia, Gonzalo se acerca a mí.
-No te preocupes, monje. Prefiero morir así que ser torturado en las mazmorras del duque -posa una mano en mi hombro. La reina también se ha ido y tras ella la habitación se va vaciando poco a poco. Yo no puedo moverme. Ahora entiendo las lágrimas que surcan la fachada de este castillo. La madre del duque se queda sola y se sienta en la silla de su hijo. Miro a la mujer que está completamente abatida, al fin y al cabo su treta no ha surtido efecto. No contaba con Isabel. No contaba con la profundidad de su venganza.
- Vamos Pablo -la mano de Jesús me arrastra a la fuerza. Él es el ciego, pero ahora yo soy el que no ve -Vamos, muchacho, ya te dije que esta mujer es el mismísimo diablo. Largo es el camino que conduce al infierno, Pablo.
-Muy largo Jesús, demasiado largo -trato de que mi voz suene pero apenas puedo escucharla. En el camino que nos separa de la explanada del castillo, le cuento a Jesús todo lo ocurrido en nuestro viaje y él asiente.
-Si yo pudiese vengar la muerte de mis hijos, no dudes que lo haría. Rebanaría cuellos con mucho gusto muchacho así que no puedo censurar el sentimiento que invade a esa mujer, Isabel.
La explanada del castillo se ha llenado de soldados. Distingo la vestimenta blanca del ejército del duque y el color vino que viste a los soldados de la reina. Apenas hay una veintena de estos últimos, pero desde una de las almenas he podido comprobar que fuera forma un ejército que se pierde en el horizonte. Si Isabel gana el combate, el duque nos entregará a la reina sin dudarlo pues si no lo hiciese el ejército de la reina tomaría el castillo al asalto sin mucha dificultad.
El sonido lastimero de una campana anuncia la presencia de los dos combatientes. Gonzalo no se ha quitado la cota de malla que lo defiende de las embestidas de la espada. Su brazo izquierdo está vendado y el derecho sujeta firme la espada. Isabel viste de negro se ha quitado la capa que la cubre. Viste como un hombre, pantalones y un blusón negro. Si no fuera por el pelo y la cara cubierta de cicatrices cualquiera podría confundirla con un muchacho.
El segundo gemido de la campana anuncia el inicio del combate. Y tras unos minutos que parecen eternos, mis ojos son testigos de un espectáculo magnífico. ¡Qué Dios me perdone! Mi alma se sobrecoge al observar lo que me parece una danza pefectamente ejecutada. El sonido de las espadas compone una melodía perfecta y los dos combatientes se mueven con mucha elegancia. Pero la magia que emanan sus cuerpos no evita que el cansancio haga mella en Gonzalo.

Aún escucho los pasos silenciosos de mi sombra. En estos días juraría haber oido su lamento en cada uno de mis sueños. La mató sin apenas dudarlo y ahora este hombre convaleciente que se defiende de mis estocadas, es lo único que me separa de mi venganza. Mataré a Bernardo y entregaré a esa mujer a la reina y que ardan todos consumidos por sus demonios. A mí me da lo mismo. Este hombre combate bien, pero no tiene equilibrio, todo su lado izquierdo está paralizado por la herida del brazo. Podría haberlo matado nada más empezar, pero ... el aullido de mi compañera resuena en mi cabeza, me está provocando un terrible dolor de cabeza. ¿Qué me quieres decir, amiga? ¿Qué secreto es tan importante para vencer las barreras de la muerte?. El hombre se aproxima, está inquieto porque yo estoy parada. Me mira, interrogante. Pero ahora estoy ocupada, porque se que este aullido que me desgarra contiene un secreto que debo desvelar y no tengo tiempo.

Estoy seguro de que si no es por lo cuidados de esta bruja, hubiese muerto en mitad del bosque. ¿Qué hace? Es hábil con la espada, me habría vencido aún sin estar herido. Pero lleva un rato parada, su espada está en el suelo y traza círculos sin sentido. me aproximo. ¿Qué quiere? Vamos, mátame de una vez. Me encantaría gritárselo, pero estoy intrigado. Me aproximo un poco más.

Libre. Quiero ser libre. Libre para no deberle nada a nadie. Libre para no sentir que este odio que me consume y me corroe. Libre para reinar sobre mis propios sentimientos. Vamos, ven. ¡Tú vas a liberarme!. ¡Mírame a los ojos!. Clava esa espada en mis entrañas y líberame de un mundo que me somete y que no comprendo. Ese es el secreto de este aullido que me está consumiendo.

¿Qué hace? Clava la espada en el suelo, me mira fíjamente. ¡Oh Dios! Se está rindiendo...

- ¡No!- mi grito no detiene la espada de Gonzalo que se clava certera en el corazón de Isabel. Juraría que una sonrisa cruza la cara de la mujer, antes de caer muerta al suelo.
- ¿Qué ha ocurrido Pablo? -la voz de Jesús me obliga a volverme.
-Gonzalo ha matado a Isabel, ella se ha dejado vencer -el gemido de la madre del duque paraliza el resto de la frase.
- ¡Una mujer inteligente, si señor! -Jesús se ríe - y yo le estaré eternamente agradecido -le miro sin comprender- muchacho, ahora nadie sabe dónde está la mujer de los símbolos, Isabel la debió esconder vete tú a saber dónde....-ahora comprendo lo que Jesús quiere decir, pero estoy seguro de que esto no ha sido lo que ha movido a Isabel.