Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

viernes, 11 de enero de 2013

Abril

Tuvo a su hija con catorce años.

Su tío la violó una noche de invierno. Abril tenía trece años. Ocho meses después dio a luz una hermosa niña. Y la llamó Fortuna. Para protegerla de todo lo malo. Para que nadie pudiese hacerle daño.

Y esa misma noche, la noche que dio a luz, dejó de hablar. Abril decidió dejar de comunicarse. En realidad si hablaba, pero de manera mecánica, absurda, laxa...la llamaron idiota. Pero ello siguió muda en su determinación. Pero ella siguió segura en su silencio.

Allí nadie podía tocarla. Sus pensamientos verdaderos eran como flores que solo ella podía oler. A nadie le importaba la pequeña Abril, a nadie le interesaba realmente su sufrimiento, su dolor, sus ilusiones o sus sueños. A nadie, salvo a Fortuna.

Por las noches se deslizaba en silencio y le contaba a su pequeña Fortuna todo lo que realmente le importaba. Y durante el día representaba un papel perfectamente estudiado. No era Abril, era la pobre niña idiota.

Estudiaba los rostros con detenimiento y observaba sigilosa que palabras huecas debía pronunciar. Pues a nadie le importaba realmente la pequeña Abril, su sufrimiento, su dolor, sus ilusiones o sus sueños.

Un día se llevaron a Fortuna. Ni siquiera pudo despedirse de ella. Aquella noche quería contarle que de nuevo tenía un sueño. Y que iba a perseguirlo con la fuerza de todos los vientos. Pero al llegar a la cama, Fortuna no estaba.

Abril lloró por Fortuna aunque sabía que su tristeza no la devolvería. Lloró lágrimas mudas, como sus palabras. Pues a nadie le importaban.

Dudó si perseguir o no su sueño. Y marchitándose en esa espera decidió volar tras él. Pues era la única forma de poseer todo lo que le habían arrebatado.