Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

domingo, 30 de enero de 2011

LOS PREMIOS NO SE OFRECEN A LOS DIOSES

Gran frase de mi amigo y compañero Plácido. Me la envió ayer en un escueto sms tras haberle comunicado yo que habíamos ganado el premio al mejor actor secundario, al mejor actor principal y a la mejor actriz principal.

Y no, yo no piendo ofrendar mi premio a los dioses. A mi me correpondió el de mejor actriz y si os dijese que no tengo palabras para agradecerlo, me quedo corta. Es cierto que optaba también al de mejor dirección, pero tal y como dije al recoger el premio: "no sabéis la ilusión que me hace recibir este premio, pues aunque también dirijo, a mí lo que realmente me gusta en interpretar".

No se explicar lo que me sucede cuando mi cuerpo se aproxima a un escenario. Mi sentidos se incendian, se ponen alerta. El olor a teatro, la luz tenue, los focos, el sonido de mis pasos sobre las tablas... indescriptible.
Tal y como dijo Rubén Hinojosa (organizador y presidente de Alcalá Teatro, la asociación encargada de dar vida al Certamen de Teatro de Alcalá la Real), un director/a comienza el trabajo cinco o seis meses antes que el resto. Elige obra, reforma el guión o lo reinventa (según el caso), elige actores, inventa escenas, piensa en la luz, la escenografía, el vestuario... son tantas cosas que a veces la gente no se imagina el trabajo que llevas a cuestas. A veces mi cabeza parece un gran rascacielos lleno de vecinos que se gritan unos a otros, que cogen el ascensor, que suben y bajan rápido y es como si yo tuviese que tejer la vida de todos ellos y hacerlo con precisión.
Mi función como directora en Mucho ruido y pocas nueces ha sido un proceso complicado: he llorado, he reido, me he sentido tan cansada que me creía incapaz de salir de la cama al día siguiente, he disfrutado, he conocido gente maravillosa y he estrechado lazos con gente que apenas conocía.

Pero recibir el premio a la mejor interpretación femenina, un premio que me llena, que me hace ilusión que me hace FELIZ ... eso lo recompensa todo. Me hace feliz porque durante un año tenía la sensación de que abandonaba a Beatriz (mi personaje) para dedicarme al resto. Ayer, al recoger el premio sentí ganas de gritar, de llorar, de reír y sobre todo, MUCHAS GANAS DE SEGUIR ADELANTE en este mundo que me apasiona.

Y este premio, lo considero un poquito de todos puesto que un personaje no luce si no es en contrastada armonía con el resto que compone la escena. Así que ¡enhorabuena y gracias! a Mónica por haber aceptado un reto con una valentía que todavía me asombra, a Ramón por su serenidad, por sus historias y por las picotas que siempre lleva en el bolsillo, a Plácido porque siempre lo recuerdo sentado entre bambalinas, mirando a escena, rectificando con una seguridad y paciencia, a Koka por implicarse a pesar del poco tiempo que le queda, porque sin el vagaríamos a oscuras en escena, a Antonio por su entrega generosa, a Alicia porque cuando está ella todo parece más seguro, más estable, a Anita por su buen humor, a Norberto que ayer recibió el premio al mejor actor secundario (cuando lo tengo cerca pocas cosas me parecen difíciles), a Encarni por su fuerza, por sus bromas, por ser esa mano que siempre me sujeta (gracias amiga!!) y a Fran que ayer recibió el premio al mejor actor principal. A él, porque teniéndolo en frente, mi personaje ha crecido y se ha consolidado. A él porque cuando trabajas con un compañero tan exigente como él, una sola mirada en escena basta para predecir un movimiento, una frase, un pensamiento.
GRACIAS A TODOS/AS. Es un placer actuar con vosotros, en serio.

Y como bien dije ayer, gracias a todos/as lo que construyen el Torreón de puertas adentro: a Lola y Miguel porque han estado ahí SIEMPRE. Daba igual la hora, sitio o lugar; al terminar la función mirabas hacia arriba y ahí estaban ellos. A Pepe por ser una especie de mago capaz de vencer todos los inconvenientes (y de aprender los oficios de iluminador en cinco minutos).

Y sobre todo a EDU, el artífice de una gira sin precedentes para un grupo de nuestras características. Por su tesón, su constancia, su esfuerzo y su trabajo. Por ayudarme a crear una Beatriz mágica, sentado en el sofá hasta las tantas de la mañana y diciéndome: "vamos, puedes hacerlo mejor". Por ser el hombro en el que me he apoyado, porque ha subido montañas cuyas cimas parecían imposibles. GRACIAS.

A mis hijos, por su alegría y por la ilusión que me aportan a diario.

Y a todos aquellos que se incorporan de manera eventual o de cara al futuro en este grupo que cada vez crece más y más: a Javi, a Inma, a la otra Inma, a Mc Giber, a Fran a todos ellos más y más gracias. A Pablo por seguirme en la distancia y darme ánimos en cada uno de sus post y sus mails (no sabes de cuánto ánimo me sirven).

No pienso ofrendar mi premio a los dioses, claro que no, pero....¿SE NOTA QUE SOY FELIZ?




miércoles, 26 de enero de 2011

ALICIA

Porque ayer mi hija Alicia cumplió 6 años ...
Porque un día leí que Alicia es nombre de princesa...



El día que la princesa Alicia nació, el mundo era blanco. Un espeso manto de nieve lo cubría todo, incluido el aire que sabía a invierno.
Alicia lloró, rasgando el silencio con el impulso de su nueva vida. Sus mejillas se tiñeron de rojo y sus labios se llenaron de la canción que le susurraba la luna llena, una luna que presidió el cielo solo para ella.

Alicia crecía, era una niña serena y callada. Sus enormes ojos negros lo observaban todo: el bullicio de las hojas en otoño, los gritos del fuego calentando las frías noches de invierno, la dulce sinfonía que preludia el inicio de la primavera y las risas que llenan todas las noches del verano. Nada se escapaba a sus ojos, a su alma.

Pero la princesa Alicia a veces no era feliz. No conseguía disfrutar de todo aquello que llenaba sus sentidos. Todo para Alicia contenía un problema y no podía evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas formando un mar de tristeza que la separaba de la felicidad. Y ese mar cada vez era más grande y profundo.
Nadie podía consolar a Alicia. Ni sus padres, ni sus hermanos, nadie de su familia conseguía impedir que derramase esas lágrimas que cada vez acrecentaban más el mar de su tristeza. Los sabios del reino celebraron un consejo para resolver el problema, pero todo fue inútil.

Pero la noche antes de cumplir seis años, algo extraño sucedió en la habitación de Alicia. Hacía frío y la niña se cubrió con un espeso edredón frabricado expresamente para ella. No tardó en sentir que el sueño la llamaba y justo cuando iba a darle la mano para visitar junto a él un nuevo país mágico, una voz la llamó dulcemente. Alicia pensó que estaba soñado, pero la voz era muy intensa. Se sentó sobre su cama y observó muy despacito mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. Nada. Pero la voz seguía llamándola:

- Alicia, ¡Alicia! -el sonido de aquella llamada era dulce, aterciopelado, como si todas las flautas del mundo estuvieran susurrando a la vez - ¡estoy aquí, como siempre!
- ¿Quién eres? -la pequeña Alicia estaba asustada, pero su curiosidad era grande.
- ¿No me recuerdas? -la voz sonrió y Alicia notó como una chispita de luz plateada le regalaba un beso de luna.
- Yo...
- Soy yo, soy la luna -Alicia miró hacia la ventana y se dio cuenta de que la luz de la luna lo invadía todo. -Vengo a visitarte, como cada noche. Pero hoy te traigo un regalo especial.. mañana es tu cumpleaños.
- Si -dijo Alicia contenta, pero enseguida la voz de la niña se apagó.
- ¿Qué te ocurre? ¿no estás contenta? -la luz de la luna se puso seria.
- Si, pero... -los ojos de la niña se iluminaron en lágrimas.
- Escucha, Alicia. El mar de tus lágrimas cada vez es más grande y profundo y te impide disfrutar de las cosas que suceden en tu vida -la voz de la luna se volvió secreto - te impide ser feliz con las grandes cosas y con las cosas pequeñas y la tristeza se apodera de ti robándote todo el brillo de tus ilusiones...
- ¡Es que no puedo evitarlo! -Alicia miró hacia la ventana - A veces me siento muy, muy triste.
- Hoy te traigo un regalo, Alicia. Voy a explicarte como puedes hacer desaparecer el mar que has creado y como puedes evitar que vuelva a aparecer. Pero debes prestar atención... -la niña se levantó y se dirigió a la ventana, ávida de recibir las palabras de luna - Debes iniciar un viaje al bosque en el que todo se olvida. Es un bosque peligroso, pues todos los que entraran en él, comienzan a olvidar sus recuerdos...
- ¡Pero yo no quiero perder mis recuerdos, Luna! -Alicia se asustó.
- No, pequeña. Yo te guiaré, debes buscar mi luz entre las ramas de los árboles del bosque. No temas, yo te enseñaré el camino a seguir -la voz de la luna tranquilizó de inmediato a la niña que siguió escuchando -
- ¿Seguir?
- Allí encontrarás la solución a tus problemas -la voz se llenó de plata, de aire, de risas y de valor -¡Vamos, no debemos perder más tiempo! Tu mar amenaza con convertirse en un límite insalvable.

Sin perder un solo instante, Alicia comenzó su viaje guiada por una luna que lo llenaba todo. Recorrió hermosos valles, montañas escarpadas, cruzó ríos y doblegó bajo sus pies senderos salvajes. La luna nunca la dejaba, bañando su cuerpo de una luz infinita. Alicia lo observaba todo: la alegría del niño que recibe el beso de su madre, el llanto de aquellos que no tiene para comer, la resignación que acompaña a las grandes tragedias, el vuelo roto de la palabra problema, el poder del amor, las razones del odio, las esperanzas ciegas que llenan los vacíos del alma...en su viaje ni una sola lágrima acudió a sus ojos.

Y una noche, una noche en la que la primavera pregonaba su inicio al mundo, Alicia llegó al comienzo del bosque en el que todo se olvida:

-Recuerda -le
susurró al oído la voz de la luna -mira siempre hacia arriba, búscame en las copas de los árboles. Si me pierdes de vista, el bosque comenzará a robarte tus recuerdos...
- Y yo no qui
ero perderlos -dijo Alicia asintiendo a la luna.
-¡Vamos!

Alicia dio un paso al frente. Enseguida se invadió de un frío que se coló en su alma. La niña tiritó y miró hacia arriba, enseguida vio la luz de luna y perdida en su luz, comenzó a andar. Andaba sin temor a tropezar en ese bosque que le daba tanto miedo. Oía el bramido de las ramas amenazándola a cada paso:


-¡Te robaremos tus
recuerdos! ¡Ya son nuestros!

Y la niña temblaba de miedo, pero la luna la animaba a seguir andando.

-¡No tengas miedo, ya queda menos!

En una ocasión, la niña sintió la tentación de mirar al suelo. Fue un instante muy pequeño, pero de inmediato notó como un dolor enorme le recorría todo el cuerpo. Su mente se llenó de un momento, el momento en que su madre le dijo por primera vez que la quería...lo recordó todo con mucha intensidad: el placer que la palabra provocó en su corazón, el olor del amor verdadero, el sonido que la emoción de su madre prendió en aquel instante...y al mismo tiempo que lo recordaba, notó co
mo el bosque comenzaba a arrebatárselo. Aquel instante enraizado en su memoria y sus sentimientos, comenzó a despegarse de su alma provocándole un dolor terrible. La niña quería sujetarlo pero no sabía como hacerlo.

-¡No! -gritó muy asustada.

Y su grito consiguió que un rayo de luna atravesase las hojas de todos los árboles de aquel bosque maldito. Llegó hasta ella impidiendo que el bosque se llevase ese recuerdo. Y desde aquel momento Alicia no volvió a apar
tar la mirada del cielo.

Justo cuando estaba a punto de desfallecer, observó sorprendida como la luz de la luna se hacia más intensa y lo llenaba todo. El bosque sombrío y oscuro parecía haberse desvanecido dando paso a un claro lleno de plata. Cuando sus ojos se acostumbraron a esa inmensidad de luz, Alicia comprendió que no estaba sola. En el centro de aquel claro, un lobo enorme la observaba muy tranquilo. La niña tuvo la tentación de huir, pero algo en el animal hizo que se quedase dónde estaba. Era un ser hermoso, cubierto por un pelaje oscuro que resplandecía brilla
nte bajo la luz de la luna. El lobo, se levantó lentamente y anduvo hacia la pequeña princesa que no pudo mover sus pies del suelo, y de repente, habló:

- Hola Alicia, se que has hecho un gran camino. -La niña apenas podía asentir- Has sido muy valiente penetrando en este bosque tan peligroso y todo lo has hecho porque buscas la solución a un problema.
- Es que no se como dejar de estar triste. ¡No puedo evitarlo! -la niña se acercó más al lobo.
- ¡Si que puedes! - El animal comenzó a dar vueltas alrededor de la niña, muy lentamente - ¿C
uántas veces has llorado en este viaje?
- Ninguna -la niña tardó unos segundos en pensar la respuesta.
- El poder de disfrutar reside en tu corazón, Alicia. En eso no puedo ayudarte. Pero yo pequeña princesa, prometo beber el mar de tus lágrimas hasta hacerlo desparecer...

Y una enorme luna llena fue testigo de cómo Alicia acarició el pelo oscuro de aquel ser mágico que sorbió el mar de lágrimas que separaba a la niña de la felicidad. Y nunca más la vio triste.

miércoles, 19 de enero de 2011

YO SOY LA REINA

Otro monólogo que trabajamos en el taller de teatro. El preferido de todas...

Soy yo, soy la reina. Soy la reina más poderosa que jamás haya visto esta tierra.

Dicen que este es oficio de hombres ¡insensatos! No me ha temblado el pulso al fulminarlos con mi ira. Los he matado a todos, a los que lo decían y a los que lo pensaban. Porque yo soy la reina. He vencido mil batallas y he ganado todas las guerras.

Me he presentado en mitad de los campos de batalla y he abierto las puertas de las tiendas de campaña; nada de lo que he visto me ha escandalizado: ni cuando sorprendía la desnudez de mis generales, ni cuando los hallaba saciando su deseo. He entrado, he discurrido, he organizado y he vencido a todos los ejércitos enemigos que han tratado de conquistar un solo milímetro de estas tierras que he parido con el sudor de mi sangre. Porque yo soy la reina y estas tierras son mías.

He doblegado bajo el peso de mi deseo territorios que otros reyes jamás osaron penetrar. Todos se han rendido a mí, a la reina. Todos me han obedecido. A veces no he necesitado más que hacer valer mis criterios e insinuar alguna que otra amenaza velada. Pero cuando mi oponente no era lo suficientemente inteligente cómo para aceptarme por las buenas, lo he doblegado con un placer infinito, igual que bajo mis piernas se han doblegado los hombres para proporcionarme todo el placer que he deseado. Y ninguno me ha saciado. Ninguno ha podido igualar el goce que experimento al sentir que decido sobre la vida y la muerte.

De mis entrañas han nacido hijos, todos varones. Algunos murieron antes de caminar, otros a causa de enfermedades y solo sobrevivieron los más fuertes. Les he visto hacerse hombres, mirarme a la cara, llamarme madre y temblar ante mi presencia. Porque antes que ser madre, yo soy reina. ¿Queréis saber si sufrí al ejecutar al más pequeño de ellos?. No. No hallé un ápice de compasión ni acudió a mí la misericordia. Casi hubiese preferido ejecutarle con mis propias manos, pero ordené que se le aplicara la justicia que yo misma administro y decido, pues yo soy ella, yo soy el poder, yo lo soy todo. Y quién osa desafiarme se vuelve mi enemigo, me es indiferente que sea de país ajeno o de mi propia casa. Me es indiferente que sea un extraño o mi propio hijo.

De dios ni me mentéis el nombre, jamás doblé mis rodillas ante sus dignatarios en la tierra. No quiero frailes ni monjes, no quiero obispos ni sus dignidades. Todos me enferman cuando tratan de evidenciar que por encima de mi poder existe otro. Si existe el infierno que tanto predican, todos arderán en él pues no he conocido seres más pecadores que ellos mismos. Aún recuerdo la visita del obispo de Roma. Insinuó que me arrodillara y besara el anillo del pescador, el anillo de San Pedro. “¿Habéis observado mi reino y mi poder? ¡Yo no me arrodillo ante nadie!” y el insensato me contestó “el reino del señor no puede verse, en intangible, pero él todo lo puede” y entonces ordené cegar sus ojos con el fuego de un tizón “pues no hay nada mejor que ser ciego en un reino que no puede verse” y reí al añadir “espero que el señor que todo lo puede os devuelva la vista”. Y desde entonces, dios ha olvidado mi patria y yo me he olvidado de él.

Y ahora vienes tú y me reclamas, ahora vienes tú a exigirme. ¡Muéveme de aquí si te atreves, pues voy a luchar y puedo asegurarte que pasaré a la historia como la reina que venció a la muerte!.

lunes, 17 de enero de 2011

MARIPOSAS

Lo he decidido.
De esta semana no pasa.
Voy a tatuarme una mariposa en la espalda, justo en el hombro izquierdo.
Me gustan las mariposas, para mi simbolizan la fragilidad y la fortaleza. Parece que les cuesta elevarse, parece que les cuesta batirse contra el aire que amenaza con romper su vuelo. Pero ellas no dudan en seguir avanzando siempre hacia arriba.
La mariposa simboliza los sueños, los deseos y las ilusiones en un mundo que amenaza con romperlos a cada instante.
Y ese ser tan pequeño e indefenso, sigue luchando, sin importarle que lo que le rodea sea brisa o vendaval. Es un ser valiente que lucha en un mundo oscuro.
La mariposa, cada vez que mueve sus alas, regala luz. Y yo quiero bañarme de ella.
¡Mira! volando como si le fuese la vida en ello, la mariposa parece que nos reta llena de razones: ¿por qué no te atreves a ser feliz?. ¿Por qué te empeñas en quedarte en ese suelo lleno de sombras, lleno de oscuro, lleno de todo lo malo que ofrece ese mundo frío? ¿Por qué condenas a tu alma a una existencia llena de amarguras?.
Vuela, vuela alto, vuela aunque te cueste.
La primera vez que mueves las alas, el esfuerzo es grande, para que negarlo. Pero luego te vas bañando de luz, de esa luz que te calienta los sentidos, que te recuerda que este mundo puede ser un lugar hermoso.
Hay quién trata de cazar mariposas, de encerrarlas en una red, como si de esta manera pudiesen obtener algo de vuelo que acaban de interrumpir. ¡Insensatos!
Luego, las encierran muertas en libros gigantescos, les ponen nombres y las clasifican pero... ¿acaso pueden contenerse los sueños? ¿se puede poner nombre a los sentimientos e ilusiones? ¿se puede atar lo que es libre? y muerta la mariposa su luz ya no baña este mundo oscuro, que vuelve a ser frío, que vuelve a carecer de colores.
Voy a tatuarme una mariposa, en el hombro izquierdo.
Para recordarme que voy a seguir volando, luchando contra todos los vientos que traten de romper mi vuelo. Porque yo quiero bañarme de la luz de todos los sentidos de este mundo que la gente se empeña en hacer frio. Porque yo soy libre.

sábado, 15 de enero de 2011

LA CHICA MÁS BONITA DEL MUNDO

Para ... la chica más bonita del mundo (aunque le falte una muela).

El miércoles fue un día raro. La mañana se me hizo eterna y no pude evitar sentirme triste. Luego llegó la tarde.
Primero pasé una hora increíble con mis niños del taller de teatro. Me recibieron con un "te quiero, seño" que me arrancó la primera gran sonrisa del día (qué raro que a veces los abrazos más pequeños te hagan sentir TAN GRANDE). Luego les conté el cuento que vamos a interpretar para final de curso: "El país que no tenía colores" y verlos ahí, sentados, callados (¡milagro!), mirándome y comprendiendo todas y cada una de las palabras.... eso apartó de mi toda la pesadez que la mañana había instalado en mis pensamientos. Terminé radiante, feliz.
Después trabajé con María e Inma unos monólogos intensos, duros y muy tristes. Pero verlas arriba, en el escenario, fundidas con el negro de las cortinas y el suelo, derramando su ilusión en cada palabra, creciéndose cada vez que repiten su trabajo... eso también me regaló un poco más de alegría. Adoro el olor del teatro.
Terminé tomando algo con un amigo, charlando de cosas que no siendo importantes consiguen que te evadas de las cargas de tu alma. Tomar algo con mis amigos consigue que nade hacia arriba. Y es que algunas veces, aunque la gente me tenga en frente, yo no estoy ahí. Estoy hundiéndome, ahogándome en un mar que no tiene fondo. Es como si un peso me arrastrase a las profundidades de ese mar que me da pánico. Mis brazos no pueden sostenerme, no consigo nadar hacia arriba, no consigo salir. Pero esa cerveza con los amigos, ESE CAFÉ TAN OPORTUNO (aderezado con un pastel compartido a la mitad) consiguen darme la fuerza para nadar hacia arriba. Es como si unas manos penetrasen en esas aguas que tanto me pesan y me elevasen hacia arriba, consiguiendo que alcance el aire que tanta falta me hace....
Al llegar a casa, le envié un mensaje a la chica más bonita del mundo: "Guapa! Mejorare. Un beso muy fuerte, princesa!". Y ella, la chica más guapa del mundo, me contestó rápida: "Te echaba de menos".
Y con esa frase consiguió provocarme la sonrisa más grande de todo el día y me hizo recordar todas las veces que ella me reconforta, que me coge en sus brazos, que me da besos generosos, que me saca de los abismos de esas aguas profundas que amenazan con tragarme, que me hace sentir importante y querida.... me hizo recordar tantas cosas...
Se que no se deben compartir los mensajes secretos (eso debería estar gravemente penalizado) pero se que no se va a enfadar porque ella es LA CHICA MÁS BONITA DEL MUNDO.




miércoles, 12 de enero de 2011

EL PAÍS QUE NO TENÍA COLORES IV


Miles de colores se posaban con fuerza sobre un pueblo que les pareció el más hermoso del mundo entero. El cielo era azul y las nubes blancas. El sol lucía poderoso y amarillo lanzando destellos de chispas anaranjadas que cubrían el aire de un intenso calor de verano. Un verano que lo niños jamás habían conocido. Tuvieron que taparse los ojos y luego abrir lentamente los dedos para permitir que esa intensidad no les cegara.

- -¡Miradme! –la voz de Marta sonó especialmente alegre y Ana y Carlos se volvieron hacia ella. La niña había recobrado la intensidad de su color natural, aquel que le fue regalado cuando nació. Su piel era sonrosada, su cabello castaño y sus ojos oscuros lucían más brillantes que nunca. Incluso sus ropas se habían teñido de hermosos colores: la camiseta de un verde intensísimo y los pantalones del azul del mismo cielo. Rió llena de entusiasmo al observar que sus zapatillas eran rojas y comenzó a bailar invadida por una felicidad que no cabe en las palabras.

- -¡Y yo! –exclamó Ana totalmente sorprendida. El pelo de Ana comenzó a lucir dorado, como los rayos del sol. Su piel era morena y sus ojos de un intenso color verde. Sus labios rojos no paraban de exclamar y se sintió encantada cuando sus ropas comenzaron a alegrarse con colores infinitos - ¡y mírate tú, Carlos!

Y Carlos también se coloreó. Todos los colores treparon hacia el niño llenándolo de hermosas tonalidades. Su pelo negro, sus ojos de un castaño brillante y rió pues los colores no paraban de hacerle cosquillas.

El pequeño pajarito recobró al instante los colores y las fuerzas y voló haciendo círculos, anunciando al país de los colores que los tres niños habían llegado.

Inmediatamente fueron llevados a una hermosa plaza invadida del bullicio de todos los colores conocidos y por conocer. No quedaba ninguno que hubiese sido olvidado. Los niños se sintieron inmensamente felices y llenos de vida y el pequeño pajarito habló por ellos.

- - Os he traído a estos tres niños desde el país sin color –el silencio se apoderó de la plaza y los colores parecieron apagar sus brillos- son niños que nacieron con colores, pero que poco a poco se fueron apagando. Son niños que han hecho un largo viaje a través de campos de gris infinito, de bosques oscuros, de frío y de abatimiento. Han alcanzado nuestra tierra porque quieren formular su deseo –el pájaro miró a los niños y los tres, invadidos por la ilusión de los colores hablaron sin miedo.

- - Yo nací con colores, nací en un país que es gris. La gente está triste porque ha dejado escapar sus sueños y sus esperanzas. Y con ellos huyeron los colores –Marta habló muy despacito – pero en medio de aquel gris que todo lo llena, nací yo, llena de color. Y mis amigos también han conservado algún trocito de vuestro brillo en sus cuerpos y en sus corazones y … estoy segura de que todos los niños de mi país estarían felices si volvieseis con nosotros.

- -¿Cómo lo sabes? – un trozo de color rojo chispeó nervioso.

- - Porque me miran llenos de deseo. Sé que quieren ser de color, estoy segura –Marta recordó las miradas de todos sus compañeros.

- - Podríamos volver y tratar de conquistar ese país gris....- dijo un pedazo de color azul que hablaba con voz de agua....-

- -¿… y si vuelve a aparecer la tristeza? –el color verde habló con voz queda –todo nuestro trabajo sería inútil. Los colores no podemos tapar las heridas del alma. Ni la falta de ilusión, de buenas intenciones, de amor y de ganas. Ese trabajo no nos pertenece.

- - ¡Oh! Estamos seguros de que eso no sucederá. Deseo el amor de las caricias de mi madre –dijo Ana con fuerza – y estoy segura de que ella espera la ilusión en mis besos.

- - Bueno, no perdemos nada con intentarlo –el color marrón habló con determinación – creo que ya han sufrido bastante nuestra ausencia. Además, se lo debemos a estos tres niños valientes.

Marta, Carlos y Ana se miraron. El pequeño pajarito revoloteó a su alrededor piando de alegría.

- - ¿Y ahora? – Marta preguntó en alto, tratando de calmar la coloreada algarabía que se había formado en la plaza.

- - Ahora convocaremos a las nubes, para que lleven a los colores y los lluevan sobre el país gris. Será un espectáculo hermoso –el pajarillo trinó lleno de emoción.

Un enorme grupo de nubes se dirigió al país sin colores y descargó sin pausa durante días unan intensa lluvia de todos los colores habidos y por haber. Una lluvia que sembró de color a los habitantes de aquel país gris, que llenó de destellos sus tierras y mares, que coloreó de hermosos brillos el cielo, las estrellas, la luna y el sol. Una lluvia que embargó al todo el país de la magia de las ilusiones y los sueños. Y ya nunca más fue el país sin color.

martes, 11 de enero de 2011

EL PAÍS QUE NO TENÍA COLORES III

Una tarde estaban muy pensativos, mirando la superficie del agua así que no notaron que justo a sus espaldas se posó un hermoso pajarito que tuvo que piar para que los niños se diesen la vuelta. Al instante los tres quedaron muy sorprendidos, pues ese pequeño pajarito estaba lleno de colores. Tenía plumas verdes, rojas, amarillas, su pico y sus patas eran naranjas y sus ojos de un intenso color negro. Sus movimientos eran rápidos y graciosos e inmediatamente tuvieron la necesidad de tocarlo.

- - No, no os acerquéis a mí. Mis colores huirían tan rápido que no tendría tiempo de atraparlos. Os lo ruego, quedaros dónde estáis –el pájaro ladeó la cabeza y los miró divertido.

- - ¡Anda! Un pájaro que habla y encima ¡estás llenito de colores! – Ana tenía los ojos muy, muy abiertos.

- - Sí, los tengo todos, no me falta ninguno. – el pájaro se rió complacido de la curiosidad de los niños.

- - ¿Y de dónde vienes pajarito? –Marta miró al pájaro y el pájaro miró a la niña.

- - Vengo del país de los colores. Allí huyeron todos cuando se fueron de aquí dejando solo al color gris. Menos mal que él se quedó, sino no podríais ni veros –los niños se miraron muy sorprendidos- hace tiempo que nos han llegado noticias extrañas. Se rumoreaba que en el país sin colores había nacido una niña coloreada… y por lo que veo es cierto –el pájaro volvió a mirar a Marta – aunque poco a poco te estás destiñendo.

- - Es que este color gris se lo lleva todo –gimoteó la niña.

- - No, no te equivoques. Lo que hace que te quedes sin color es la falta de ilusión, la falta de sueños, el no creer en lo fantástico del mundo que nos rodea. Cuando las personas pierden la fe en la magia y las ilusiones algo se rompe en su alma. Surge una pequeña grieta a través de la cuál huyen las ganas de hacer cosas, de cambiar el mundo, de pintarlo de alegría y de color…. Y todo pierde el destello de los colores que iluminan las buenas intenciones. – el pájaro se acercó al agua y hundió en ella su pico.

- -¡Eh! Tú pico ha perdido el color –David señaló al pájaro y gritó sin poder evitarlo.

- -¡Vaya, se me olvidó! Pero tenía tanta sed que no he podido evitarlo –el pájaro se sacudió los restos de agua que le quedaban en el pico.- No creo que pueda quedarme mucho más tiempo. Vengo a avisaros –los niños miraron atentos al pájaro – mas allá de este país sin colores, existe un lugar en que todo es brillante, los colores vuelan libres y se posan sobre las personas, los animales, las plantas y todos los habitantes del cielo y el mar. Allá fueron a parar cuando salieron asustados de estas tierras pero creemos que deben volver pues está claro que no todo está perdido. Vosotros tres sois la prueba de que aún queda esperanza. Pero debéis ir a buscarlos y convencerlos de que vuelvan. Allí son muy felices porque se nutren de las ilusiones de la gente….

- - ¿Y cómo haremos para que vuelvan? –Marta miró asustada al pajarito que ahora tenía el pico gris.

- - ¿Querrán volver con nosotros? – Ana preguntó con cierto recelo.

- - ¿Cómo llegaremos hasta allí? – David miró al pájaro muy tranquilo.

- - Bueno David, eso es sencillo. Solo tenéis que seguirme. Pero lo que no puedo aseguraros es que quieran volver, eso solo depende de vosotros –el pájaro los miró y luego preguntó con voz clara - ¿os animáis?

Marta, Ana y Carlos no tuvieron mucho que pensar, sin dudarlo siguieron al pájaro que les hizo atravesar valles y praderas, pequeños montes y bosques enormes todos ellos de un infinito y pesado color gris. Tal era el peso del color, que los niños se sintieron cansados y muy tristes. Cada vez estaban más desilusionados y el color de Marta se iba desvaneciendo a pasos agigantados. Primero fueron los dedos que comenzaron a volverse del color de la ceniza y luego la nariz que se quedó fría y gris.

- - ¡Qué frío tengo! –miró desesperada a Ana y Carlos – no estoy segura de que pueda seguir andando.

- -¡Venga, un poco más! –al pajarillo de colores ya no estaba brillante, parecía como si una capa de polvo le hubiese cubierto por entero, pero seguía su vuelo lento, al lado de los niños. – Apenas crucemos aquella montaña, habremos llegado al país de los colores.

Los niños le miraron resignados y siguieron andando admirando el esfuerzo del pequeño pájaro. Pero a cada paso que daban sus plumaje se iba tornándose de un gris oscuro, tan oscuro como el bosque que habían dejado atrás. Sus alas se batían contra el aire en un esfuerzo desesperado por seguir avanzando y su cabeza apenas tenía fuerza suficiente para permanecer alzada. Pero sus ojos negros seguían conservando el mismo brillo que cuando lo vieron en el prado y la ilusión del pájaro consiguió darles el ánimo suficiente para avanzar.

Y de repente comprendieron porqué tanto esfuerzo había merecido la pena pues justo cuando alcanzaron la cima de la montaña observaron una imagen prodigiosa.