Una forma diferente de mirar el mundo...

Cerramos con postigos las ventanas de nuestras mentes.
Encerramos y sometimos a los pensamientos de mil formas diferentes.
Y ellos encontraron una alternativa para brotar libres.-

viernes, 31 de diciembre de 2010

LA LEYENDA DEL TORREÓN


Es mi forma de despedir el año. Un cuento dedicado al Torreón de Albolote, mi pueblo. Un lugar mágico que me ha regalado uno de los momentos más bonitos de este año que termina. Así que estoy en deuda con él...

Cuenta la leyenda que existió un Torreón que se erguía poderoso en la cima de una montaña. Era un Torreón especial pues poseía el don de almacenar en sus piedras todos los secretos que se susurraban a sus pies. Y el Torreón los custodiaba con la fuerza de su alma inmortal.

Y cuentan que el Torreón se hizo amigo de una mujer. La conoció una tarde de verano cuando la mujer paseaba perdida en sus pensamientos. La observó y comprendió que a cada paso que ella daba, las penas de su alma se evadían y que la mujer se sentía libre. Y así fue como tarde tras tarde, sin miedo a la lluvia o el frío, sin miedo a lo que pudiera sucederle, la dama visitó puntual el regazo del Torreón. Y él la acogía sintiendo el calor de su alma humana. Juntos observaban el espacio que se extendía a los pies de la atalaya, juntos recibieron el impacto de las tramas más descabelladas, los planes más perversos y los juramentos de amor. Y juntos los aprisionaron bajo el poder del alma pétrea del Torreón. Aquella mujer era especial y los secretos que ella le contaba corrían libres convirtiéndose en aire, corriendo libres como las aguas.

Pero un día de lluvia, el Torreón observó impasible como un hombre se acercaba a sus pies. El rostro del hombre estaba serio, invadido por una gran preocupación. De inmediato el Torreón se puso alerta pues sondeó el alma de aquel ser y comprendió el peso que portaba en su corazón. Agradeció que su amiga no le hubiese visitado esa tarde pues existen secretos capaces de robar el alma de los mortales y convertirla en piedra. El hombre observó durante unos instantes todo lo que le rodeaba y cuando estuvo seguro que estaba a solas, comenzó a hablar. El secreto del hombre penetró en todas y cada una de las piedras del Torreón e invadió su interior aprisionándose para siempre. El rostro del hombre se sentía liberado a medida que iba hablando y el Torreón soportaba en sus dedos inmortales todas y cada una de las palabras que brotaban de sus labios. Pero de repente, una punzada le recorrió todo su ser. Alguien estaba acariciando sus piedras y en un instante comprendió que su amiga estaba junto a él, recibiendo el impacto del secreto del hombre.
Algunos dicen que las lágrimas pétreas de la torre desgarraron la tierra y que su gemido congeló el tiempo y el espacio formando esta leyenda inmortal.
Su amiga quedó atrapada por el secreto del hombre, formando parte de las piedras y de la arena, sentenciada a un silencio lleno de secretos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

LA DECISIÓN DEL REY

Porque una decisión es mejor que ninguna...
Hubo un tiempo lejano, en un país remoto. Y en este tiempo y en este país existió un rey que lo gobernaba todo, excepto sus decisiones.
Había nacido para reinar, pero su oficio le hacia infeliz. Sobre sus acciones siempre planeaban las dudas. Si decidía beneficiar a una pequeña villa, otra se veía perjudicada. Si en un pleito decidía a favor de un súbdito, al otro no le gustaba la sentencia y el peso de sus decisiones lo convertía en un ser muy desdichado.
Vagaba triste, solo, acosado por los remordimientos de sus resoluciones.

Un buen día el rey amaneció muy enfermo. Nada de lo que hicieran sus súbditos era capaz de reconfortarlo: ni las buenas palabras, ni los mejores ungüentos ni las medicinas más poderosas. El rey yacía consumiéndose en una extraña enfermedad que nadie conocía.

Ni los médicos más prestigiosos de ese reino perdido en el tiempo y en el espacio, fueron capaces de diagnosticar el mal de rey y todos los que le rodeaban y le amaban le veían morir sin que existiese una solución.

Pero un día, uno de los sabios del reino tuvo una idea: "llevemos a nuestro soberano a un cruce de caminos. Así se hacía antaño. Cuando se desconocía el mal que aquejaba a una persona, se la dejaba en un cruce de caminos para que pudiese ser observada por todos los que transitaban el camino. Y siempre ocurría que alguien conocía el remedio a la enfermedad".

Y así lo hicieron, llevaron al rey a un cruce de caminos, el más grande de ese país remoto y perdido. Pasaron los días, las semanas y los meses y el rey seguía agonizando bajo la mirada de todos los que transitaban el cruce. Algunos lo observaban, otros ni siquiera reparaban en él. Y todos los que amaban al soberano de aquellas tierras iban perdiendo una por una todas las esperanzas que habían depositado en su curación.

Pero un día pasó junto al rey una extraña mujer. Se paró frente al soberano y lo observó durante unos minutos. Luego se acercó a él y lo miró directamente a los ojos sujetando con su mano la barbilla del soberano. Lentamente se alejó unos pasos y el sabio que había decidido llevar al rey a aquel cruce, le preguntó:
- Mujer ¿acaso sabes lo que tiene el rey? -el sabio se acercó con cierto miedo a la mujer.
- Es evidente -la mujer lo miró a los ojos.
- Pues ¡habla! Dime qué tiene y sobre todo si tiene remedio -el sabio sujetó a la mujer con fuerza, pero ella se zafó se sus manos.
- La curación del rey depende de si mismo.
- Vamos, mujer ¡no te burles! -la voz del sabio se volvió amenazante.
- El rey tiene dudas y ellas los están matando - la mujer miró al sabio a los ojos y este dio un paso atrás - solo conseguirá sanar cuando sea capaz de aceptar sus propias decisiones. -La mujer sonrió-
- Pero... -el sabio estaba perplejo, pero observó a su rey que alzó la cabeza con curiosidad.
- Mi señor -la mujer se acercó al rey y musitó en sus oídos -uno decide siendo rey y siendo campesino. Hay grandes decisiones y decisiones pequeñas. Todas pesan, mi rey. Cuando decidimos un camino, renunciamos a otro. Nadie puede tenerlo todo, es ley de vida. Pero seréis feliz el día que aceptéis vuestra propia sentencia, vuestra propia decisión, vuestra elección. Pues ese día comprenderéis todo lo que ganáis con ella sin pensar en todo lo que perdéis al haber desechado otras mil opciones. El día que toméis una decisión, llenaos de ella, convenceos de que es la mejor opción posible y no vaciléis ni un instante. Esa convicción os llenará de vida.

Y tras decir esto, la mujer emprendió el camino sin volver la vista atrás. Y dicen que el rey de ese país lejano y remoto decidió levantarse y andar.

domingo, 26 de diciembre de 2010

INSTRUCCIONES PARA SER FELICES

Me lo ha mandado hoy un amigo a través de mi correo electrónico y con tu permiso, Jesús, lo comparto con todo el mundo porque creo que dice grandes verdades. Cosas sencillas que a menudo olvidamos y que nunca solemos poner en práctica. Estoy segura que si las tuviésemos en mente el mundo iría mucho mejor y seríamos más felices.
Y es que las cosas son mucho más fáciles de lo que nos parecen...
Disfrutad el video y la canción!

viernes, 24 de diciembre de 2010

DESEO...

Que todo el mundo sea capaz de recuperar las ganas y la ilusión para consegir sus sueños, para luchar por sus deseos.
Y que lo hagamos con una sonrisa en la boca, sin miedo.

SMILE (Sonríe)

domingo, 19 de diciembre de 2010

ADIÓS

Ayer representamos por última vez "Mucho ruido y pocas nueces" la obra a la que me he entregado en cuerpo y alma durante más de un año.
Ayer era un día especial, pues se cerraba un proyecto, una puerta, una idea y sobre todo mucha ilusión y energía.
Ayer hubiese querido que fuese un gran día, pero me pudieron las circunstancias. Me pudieron los recuerdos de todas y cada una de las cosas que han pasado este año. Y me invadió una sensación de pérdida.
Ayer miré hacia atrás y me di cuenta de cuánto me han pesado las decisiones que he tomado y de lo cansada que he llegado al final. Un final que es en realidad una pequeña pausa para tomar impulso y seguir adelante.
El viernes, alguien me dijo que se iba, pasé una noche muy mala. Recordé muchas cosas y el sueño las transformó a su manera. Me levanté rara. Ayer, cuando le di ese abrazo que necesitaba darle desde hace mucho tiempo, se abrió la puerta de mi jaula y liberé muchas emociones. Y le dije cuanto la quería y al menos se va sabiendo lo que siento. Y eso me hizo un poco más libre. Pero no podía dejar de pensar en el tiempo que hemos perdido, en los momentos que se han desvanecido y en todos y cada uno de los instantes que no la he mirado a los ojos. Y me invade una sensación de pérdida muy grande.
Ayer me sentí mal, muy mal. Pero los tenía a todos cerca. Gracias. Gracias a todos por dar lo mejor de vosotros mismos en nuestra última función de "Mucho ruido". Gracias a Alicia (porque ayer abriste mi "jaula"), a Mónica, a Ana, a Ramón, a Norberto, a Plácido, a Koka, a Antonio (y su bizcocho quemado), a Encarni (nunca sabrás lo que agradezco tus pendientes porque se que en ellos me das un poco de ti) y a Fran.
A todos y todas las que un día formaron parte de este proyecto. A Edu, a Lola, a Miguel, a Pepe, a Asier a Mc Giber. También a Leo (creo que le encharqué el hombro!!). A todos. Solo puedo decir que ha sido un honor capitanear un proyecto que nos ha permitido disfrutar de lo que nos gusta.
Tengo que pensar en lo nuevo, tengo que cerrar esta puerta o al menos entonarla. Pero en mi memoria recordaré el año de "Mucho ruido y pocas nueces" como un año grande.
Gracias.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

ERES AGUA

Para Antonio.

Hace tiempo, en un país muy lejano, vivió un hombre de agua.
Era incapaz de sostener nada en sus manos líquidas, pero todo lo que le rodeaba pasaba a formar parte de su esencia, pues todo en su mundo se componía en mayor o menor grado de agua.
Fluía rápido impulsado por los latidos de los manantiales y los lagos y sus ojos transparentes podían atravesarlo todo aunque le era difícil permanecer mucho tiempo en el mismo lugar.
Comprendía la esencia de todas las cosas pero su alma líquida se negaba a atarse. Tal era su naturaleza y su desgracia.
El hombre de agua era un ser desgraciado pues le costaba acostumbrarse a su propia realidad. Pero un buen dia, cuando el hombre de agua daba un paseo arrullado por las olas del mar de su país, observó como algo se movía rápidamente sobre su cabeza.
Al mirar hacia arriba quedó asombrado pues allí había un ser suspendido en la brisa de la tarde.
- ¡Qué hermoso es! -pensó el hombre de agua mirando atentamente a aquel ser que volaba rápido roompiendo los inconvenientes de un aire que a él le era tan extraño -¡Ojalá pudiese moverme tan rápido!
- Si quieres, puedo prestarte mis alas -el ser alado bajó junto al hombre de agua y batiendo sus alas transparentes se mantuvo a escasos centrímetro de él -Aunque no entiendo demasiado bien para que las quieres.
- ¿Para qué? -el hombre de agua agitó sus brazos formando una marea de luz -¡Mírate! ¡Eres un ser tan hermoso! Vuelas ágil, lo puedes contemplar todo, formas parte del aire y eres amigo del viento...
- Ya, pero no puedo penetrar en esas aguas de las que tu formas parte - el ser con alas no perdió su sonrisa pero miró con tristeza hacia el mar.
- El agua que me rodea y que me forma es una cárcel -del hombre de agua comenzaron a brotar lágrimas amargas - no puedo escapar de ella. Yo quiero volar.
- No estés triste, hombre de agua. El agua te da vida. A través de ella puedes fluir rápido, puedes penetrar con tus ojos en la esencia de todos los elementos que te rodean y tu cuerpo puede acariciar cualquier superficie que desees. Observa mis manos -el ser alado mostró al hombre de agua unas manos etéreas - son de aire. Todo me atraviesa pero soy incapaz de sentir.
- ¿Y no estás triste? -el hombre de agua reflexionó mientras miraba al ser que tanto admiraba.
- ¿De qué me serviría, hombre de agua? Yo soy aire. Y soy feliz siguiendo el impulso de los vientos que me permiten invadirme de todos los sonidos del mundo -el ser de aire comenzó a batir sus alas.
- ¡Espera! -el hombre de agua lanzó una corriente de agua que salpicó al ser de aire sin poder alcanzarlo.
- Mi naturaleza me reclama....
Y el ser alado se alejó, dejando solo al hombre de agua, que ahora se mecía en las olas con una gran sonrisa en su boca de espuma....

lunes, 13 de diciembre de 2010

LAS MEJORES PELÍCULAS NAVIDEÑAS DE TODOS LOS TIEMPOS

Nuevo programa de radio y nueva lista. Esta vez va sobre las mejores películas navideñas de todos los tiempos.

Ahí os las dejo....

1. Qué bello es vivir



2. Navidades en Julio

3. Los teleñecos en cuentos de navidad

4. Jungla de Cristal

5. Juan Nadie

6. Navidades Blancas

7. Enamorarse



8. La gran familia

9. Plácido



10. La primera noche de mi vida

11. Gremlins

12. E.T.



13. Solo en casa

14. Family man

15. De ilusión también se vive

16. La noche del cazador



17. Dublineses



18. Una navidad de locos

19. Mujercitas

20. Pesadilla antes de navidad


21. Love actually




22. El hombre que vino a cenar

23. Cita en St. Louis

24. El día de la Bestia



25. Un padre en apuros

26. Las crónicas de Narnia: el León, la Bruja y el armario



27. Algo para recordar

28. Tú y yo

29. Eduardo Manostijeras



30 La historia interminable



31. La princesa prometida


domingo, 12 de diciembre de 2010

El beso que nunca me diste II

Recuerdo.
Tus manos recorriendo mi espalda. Tu boca aproximándose a mi cuello tratando de burlar las miradas del resto.
- Venga, ¡vamos! - la voz de mi hermano te frena.
- Julio, dejalo. Ahora vendrá -mi primo Alberto nos proporciona una nueva oportunidad. Me vuelvo para mirarte. Y me sonríes. Quiero pedirte ese beso que no me has dado, pero no encuentro las palabras.
-Nena -mi prima Marisa me llama - ¡nena, ven! -vacilo unos instantes, pero me haces un gesto con la cabeza y decido acudir a la llamada de Marisa - No te lo pierdas...
Me coge de la mano y miro hacia dónde me indica. Al principio me cuesta ver, estoy distraida. Pero al cabo de unos instantes observo el cielo negro de esa noche de verano plagado de luces. Son pequeños puntos de luz que amenazan con prenderse en mi pelo.
- Son luciérnagas -la voz de mi primo Alberto me sorprende. Está justo detrás de mi. A menudo hace eso, se coloca detrás de mi y me asusta. Y al darme la vuelta y mirarlo siempre descubro sus ojos grandes y oscuros y comprendo que lleva un buen rato ahí, observándome. Y no me gusta - ¿no las habías visto antes?
- No -apenas me sale la voz del cuerpo. No quiero hablar alto, no quiero moverme. Quiero que las luces permanezcan delante de mi, al menos un rato más. Pero sobre todo quiero que tu las observes junto a mi.
- ¿Qué hacéis? -mi hermano levanta una mano y nos llama. Está unos cuantos metros por delante de nosotros. Justo a la entrada del cementerio -Si no entramos ya se nos echa la hora encima.
Y me acuerdo de lo que hemos venido a hacer. Es un juego absurdo, un juego que no me gusta. Si no fuese porque espero ansiosa el beso que me debes, no habría venido. Pero aquí estoy. Llegaremos a la puerta del cementerio y los chicos entrarán. Por turnos. Marisa a veces entra, es la más valiente de todos. No grita, no corre. Se limita a andar por entre las tumbas y los nichos y sale como si tal cosa. Por eso me gusta que me coja ahora la mano. Yo nunca he entrado, no me gusta, me da miedo. Siento un terror irracional que me dobla las piernas. La aldea de mis abuelos apenas cobija cincuenta familias así que el cementerio es muy pequeño. Todos los domingos, cuando vamos a misa con mi abuela, nos paramos frente a un nicho y ella se queda triste, observando la piedra blanca: "aquí está vuestra tía, la pobre...". Cuando era pequeña no comprendía y mi abuela tampoco explicaba, pero un día mi padre me dijo que allí estaba una hermana suya. En realidad la criatura no llegó a cumplir los dos meses de vida. No sé si es por eso o por el olor que desprende la tierra, no sé si es por este silencio que hiere más que el ruido o porque se que tarde o temprano mi cuerpo terminará cubierto por una de estas losas. Pero yo siempre me quedo fuera.
Ya no hay luces, estamos a la entrada del cementerio.
- ¿Damos una vuelta todos y luego entramos solos por turnos? - Julio y sus ideas. A veces mataría a mi hermano.
-Yo no pienso entrar -siento como me coges la mano ocultándote de las miradas del resto. Tus dedos acarician los míos y me tranquilizo.
-No te preocupes -mi prima Marisa me sonríe -espera aquí y yo entro con estos dos -señala a Julio y Alberto -al fin y al cabo no estás sola -sonríe y antes de dar tiempo a nada los tres se pierden dentro del cementerio. Es como si la puerta se los hubiese tragado. Oigo sus gritos. Y me vuelvo a mirarte.
No hablas, nunca lo haces. Ahora sostienes mi mano con fuerza, retando a todos los ojos que quieran observar. Me sonríes. Mi corazón se acelera. Me apartas el pelo de la cara y te aproximas lentamente. He soñado este momento mil veces y lo he deseado con todas mis fuerzas. Cierro los ojos y me preparo para recibir el beso que tu no me has dado. Noto tus labios cerca de los míos, casi puedo sentirlos. Tus manos recogen mi cintura y me acercas a ti...
y de repente, el grito de mi prima Marisa interrumpe ese instante y lo rompe. Tus manos se pierden de mi cuerpo, avanzas hacia la puerta. Marisa sigue gritando.
-¡No te vayas! -no se si te lo pido porque estoy aterrorizada o porque temo perderme tu beso.
Corres hacia dentro. Y cuando mis ojos van a perderte de vista, te giras y me sonríes. Y ya no te veo. Caigo al suelo, mientras Marisa sigue gritando.
Probablemente hayan visto una de esas llamas que a veces surgen de las tumbas. Fuego fatuo. La primera vez que mi hermano vio una de esas llamas ni siquiera pudo dormir. Pero los gritos de mi prima comienzan a intranquilizarme. Ella jamás grita, nunca lo hace. Miro a mi alrededor y comienzo a observar como las sombras cobran vida. Se que son mis imaginaciones, pero todo a mi alrededor me parece peligroso. Me tapo los ojos. Los gritos cesan. El ruido de mis latidos me impiden notar que tres pares de pies me rodean. Abro los ojos lentamente y descubro los pies de Marisa, Alberto y Julio.
- ¿Qué ha pasado? -miro hacia arriba, los tres me observan con los ojos muy abiertos.
- Nada -Marisa mira a los chicos y luego clava sus ojos oscuros en mi. Ella los tiene muy rasgados.
- ¿Cómo que nada? Gritabas como una loca -me acerco a ella. Soy un par de años menor, Marisa tiene quince, pero soy mucho más alta.
-Nena, vamos a casa -me coge de la mano y me obliga a dar dos pasos. No me gusta que me llamen nena, pero todos lo hacen.
- No, ¿dónde está él? No vamos a irnos y a dejarlo solo...
- ¿Quién? -Marisa me mira.
-Él. Entró cuando empezaste a gritar -los tres se miran. Los veo. Sus miradas ocultan algo, lo sé.
- Nena, vamos a casa. Hemos venido los cuatro solos -Marisa vuelve a coger mi mano.
-¡No! - no entiendo que está pasando, mis ojos miran hacia la entrada del cementerio. Quiero que salgas, quiero que vengas, quiero que me des el beso que debes... noto la respiración de mi primo Alberto en mi nuca y a mi hermano soltando tacos por lo bajo.
- Camina -la voz de mi primo me deja petrificada. Y comienzo a andar hacia la casa. Una vez allí me dirán que ha pasado y dónde estás.
Llego la primera. Estoy rabiosa y muy enfadada.
-Abuela, estos tres se están pasando. Hemos ido al cementerio, abuela. Y ellos han entrado. Marisa empezó a gritar y él entró a ver que pasaba y ahora no quieren decirme dónde está...-mi abuela me mira, deja su revista de lado.
-Nena, ¿de quién hablas? -se quita las gafas y me mira, y mira a Marisa que está detrás de mi. Sus miradas se dicen cosas, lo noto.
- De él, abuela. Lo viste, vino a por nosotros después de la cena...
- Hoy no ha venido nadie, nena -mi abuela vuelve a coger la revista y se pone las gafas.
No me lo puedo creer, en el salón entran mi prima Susana y mi hermana pequeña, Cris. Susi niega con la cabeza.
-Susi, Susi ¡tú lo viste! ¿qué pasa Susi? -noto el sabor de las lágrimas que penetran en mi boca. Ellas sepultan el beso que no me has dado.
-Yo no he visto nada -Susi se sienta junto a mi abuela y coge en brazos a mi hermana pequeña. Todos me miran. Caigo de rodillas al suelo y apoyo la cabeza en el brazo del sillón de mi abuelo.
-Nena, ya te dije que no fueras -la voz de mi abuelo interrumpe mis sollozos, levanto la vista para mirarlo. Pero está ausente.
Al principio pregunté por ti cada minuto, cada hora, cada día. Luego los meses calmaron el dolor de tu recuerdo. En esta casa ya no se hablaba de ti y dejé de venir. El beso que no me diste te conserva a mi lado.
Hoy hemos regresado para darle una vuelta a esta casa que está abandonada. Durante años te han encerrado en silencio. Te han sepultado y han tratado de borrarte de mi memoria. Pero no lo han conseguido. Me levanto y bajo a recoger a mi hermana. Está cerrando una de las puertas del sótano. Desde que hemos llegado ha estado evitando mirarme. Cuando desapareciste era muy pequeña, ahora es una mujer.
- ¿Sabes, Cris? -le cojo la mano y la obligo a mirarme - Aún le recuerdo ahí, en las escaleras que suben al salón. Me estaba esperando. Llevaba esa camiseta negra que tanto me gustaba -mis ojos se llenan de lágrimas. No puedo ver pero noto como mi hermana me abraza.
-No, nena. La camiseta era gris.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El beso que nunca me diste I

- Aún noto su respiración en mi nuca - miro a mi hermana que cubre con una tela blanca la mesa dónde solíamos comer.
- Bueno, vamos. Tengo frío -se va hacia la puerta - te espero en la chimenea.

Es verano, pero hace frío. Como siempre. Hace más de quince años que no pisaba esta casa, la casa de mis abuelos. Pero la recuerdo perfectamente. Por fuera es la típica casa gallega pero por dentro parece que la hayan diseñado y construido cien personas diferentes. El garaje lleno de cacharros inútiles y la cocina de verano, la cocina con chimenea en la que mi abuela asaba en el fuego las patatas. Luego unas escaleras que llevan al salón en el que ahora estoy sentada, bajo el tapiz de un ciervo a punto de ser cazado. Y la bodega, un lugar en el que apenas me atrevía a entrar. Olía demasiado a húmedo y el pozo que había en el centro de la habitación me inspiraba auténtico terror. Hoy ni siquiera he abierto esa puerta pero supongo que en estos quince años el pozo no se habrá movido de su sitio.
Observo las escaleras que llevan a la planta de arriba y los recuerdos me llevan a esa noche, la noche en la que debí recibir un beso. Tu beso.
Corro escaleras arriba, delante de mí van mis primas, Marisa y Susi. Yo llevo de la mano a mi hermana pequeña y detrás de mi vienen mi primo Alberto y mi hermano, Julio. Te veo. Estás escondido, esperándonos en la cocina de arriba.
- Vamos, llegamos tarde - tu voz regresa a mi memoria. Yo tengo trece años, tú me llevabas tres.
- Vale, vale. Venga vamos por la casa - mi primo Alberto apenas me llega al hombro.
- Nosotras no vamos - mi prima Susi es la mayor. Está a punto de cumplir dieciocho años. Te mira con malicia y tiende la mano a mi hermana. Cris la coge sin dudarlo y se separa de mi.
- Pero... -trato de coger a Cris, pero Susi se la lleva.
- Y vosotros deberíais quedaros aquí -me mira muy seria.
- No le hagáis caso -mi hermano Julio se ríe -Venga, vete a decirle a los abuelos que nos vamos.
- Vete tú -me irrita la forma que tiene de hablarme.
-Te toca a ti -me vuelve a mirar mientras abre el frigo y coge algo de comer.
Me giro y recorro enfadada el pasillo que lleva hasta el salón. Mi abuela lee una revista y mi abuelo mira la tele. Tiene esa mirada perdida, ausente. Apenas oye. Apenas habla. Se ha pasado la mayor parte de su vida en Alemania, trabajando.
-¿Nena? -mi abuela no levanta los ojos de la revista - ¿cenasteis?
- Si -temo mirarla porque encontrará que mis ojos ocultan algo. Ella lo ve todo -Ahora salimos fuera, abuela, a dar un paseo.
- No volváis tarde -sigue mirando la revista.
- Vale -me giro para regresar por el pasillo a la cocina dónde me esperan los demás.
- ¿Nena? -la voz de mi abuelo me sorprende. Él casi nunca habla.
- ¿Si? -le miro.
- No vayas -me mira un segundo. Luego se gira y sigue mirando la tele.
- ¿Qué? -me acerco a mi abuelo.
- ¿Qué? -mi abuela levanta la mirada de la revista.
- El abuelo me ha dicho algo -la miro.
- No, nena. Él no te dijo nada, mírale, está dormido -salgo corriendo sin parar a comprobar si lo que dice mi abuela es verdad.
Todos están esperándome en el cenador, una especie de patio acristalado que da paso a la parte de arriba de la casa y a la huerta. Recorremos saltando estrecho pasillo que nos lleva a la otra entrada de la casa, la puerta de atrás. Justo al llegar a la verja están los cerdos que no se despiertan pese a nuestro gritos. Y otro pozo, un pozo grande que en alguna ocasión me he atrevido a mirar. El sonido de la verja abriéndose me produce un escalofrío. Recuerdo la mano de Marisa sobre la mía.
- ¿Tienes miedo? -niego con la cabeza, pero mi prima sonríe y no me suelta de la mano.
Alberto cierra la puerta tras nosotros y Julio y tú vais delante. Te vuelves a mirarme y percibo que quieres decirme algo. Llevas días rondándome. Tus ojos llevan días diciéndome secretos que no soy capaz de oír. Te acercas a mi. Marisa se adelanta con Julio y Alberto. Coges mi mano. Y se me acelera el corazón.
- Tranquila - y justo cuando vas a darme el beso, mi hermano te llama.
- ¡Vamos, déjala ahí! Si no quiere que no venga.
No, claro que no quiero, claro que no quiero entrar en el cementerio del pueblo y darle vueltas. Las piernas apenas me obedecen pero iré porque tú vienes. No he sabido que venías hasta esta mañana y tú no sabes lo que me alegra que vengas.
No quiero ir al cementerio. Pero iré porque espero el beso que nunca me has dado.

martes, 7 de diciembre de 2010

El Sueño








Anoche cerré los ojos y dejé que el sueño me tomase

como amante ávido.
Poseyó mi cuerpo esa sensación de ingravidez,
ese sentimiento de nada y de todo,
pues el sueño me tomó con la urgencia
de un amante desesperado.
Sus manos de aire acariciaron mi cuerpo,
sus besos se insinuaban sin poder formalizarse
mi boca se abrió y esperó con ansia
el beso desesperado de sus labios inmateriales.
Ansié que el sueño penetrase en mi alma
rabiando por el deseo que nunca será satisfecho
ese deseo que te consume y te mantiene alerta
pues el sueño, ese amante que no tiene materia,
ayer me tomó con la avidez de mil años de espera.
Y yo que le observaba me ofrecí generosa
esperando que mi deseo alcanzase la paz del reposo.
Anoche, ese sueño me tomó, como el amante burlado
sabiendo que he sido de muchos antes que ser de él.
Y el sueño celoso de mis noches vacías
me tomó con la desesperación de quién por fin nota la victoria.
Sus manos de aire, sus besos de nada, sus caricias trémulas
se enredaron en la danza de la pasión que estalla.
Anoche, el sueño me tomó, fui suya, él fue mío
Y juntos encontramos el reposo del deseo satisfecho.
Porque anoche, anoche soñé con el sueño.

domingo, 5 de diciembre de 2010

LAS CINCUENTA CANCIONES MÁS ROMÁNTICAS DE LA HISTORIA

Esta nueva lista es para el programa de radio que hago los martes...como siempre ¡se aceptan sugerencias!

Actuales

1. 'Halo', de Beyoncé



2. 'Que nadie', de Manu Carrasco y Malú

3. 'Love Story', de Taylor Swift

4. 'Tú me llevas', Zahara

5. 'Bad Romance', de Lady Gaga

6. 'Desde cuando', de Alejandro Sanz

7. 'Red', de Daniel Merriweather

8. 'Mi princesa', de David Bisbal

9. 'I See You', de Leona Lewis

10. 'En cambio no', de Laura Pausini

Clásicas

11. 'Only you (and you alone)', de The Platters.

12. 'Toda una vida', de Antonio Machín

13. 'Love me tender', de Elvis Presley

14. 'All you need is love', de The Beatles

15. 'Angie', de The Rolling Stones


16. 'You're the first, the last, my everything', de Barry White

17. 'Sexual healing', de Marvin Gaye



18. 'Me cuesta tanto olvidarte', de Mecano

19. 'Every breath you take', de The Police

20. 'One more night', de Phil Collins

Muy románticas

21. 'Nothing else matters', de Metallica.
"Nunca me abrí de esta manera, la vida es nuestra la vivimos a nuestra manera. Estas palabra que no acabo de decir y nada más importa"



22. 'Winds of change', de The Scorpions

23. 'Everywhere you go', de Crowded House

24. 'Piensa en mí', de Luz Casal



25. 'One', de U2

26. 'Otro día más sin verte', de John Secada

27. 'Everything I do (I do it for you)', de Bryan Adams.




28. 'Love song for a vampire', de Annie Lennox

29. 'I will always love you', de Whitney Houston

30. 'Kiss from a rose', de Seal



Pop - rock

31. 'Have I told you lately', de Rod Stewart

32. 'Dreams', de The Cranberries

33. 'High', de Lighthouse Family

34. 'Vivo por ella', de Andrea Bocelli

35. 'I don't want to miss a thing', de Aerosmith



36. 'She's the one', de Robbie Williams

37. 'Me gustas tú', de Manu Chao



38. 'I can't get enough of you baby', de Smash Mouth

39. 'O tú o ninguna', de Luis Miguel

40. 'Cómo hablar', de Antonio Vega

Alternativas

41. 'I was born to love you', de Queen

42. 'The one I love', de R.E.M

43. 'Waiting for you', de Richard Marx

44. 'It must have been', de Roxette

45. ' Always', de Bon Jovi



46. 'About a girl', de Nirvana

47. 'I belong to you', de Lenny Kravitz



48. 'Wiked Game', de Chris Isaak


49. 'More than words', de Extreme



50. 'Unchained melody', de The Righteous Brothers

jueves, 2 de diciembre de 2010

DIME

Llovía mucho, llovía demasiado. El agua caía sin compasión sobre sus cuerpos. Ella miró hacia arriba sonriendo al cielo negro.
Él miraba hacia el suelo tratando de ocultarse una vez más.
- Dime - dijo él.
- Hay cosas que no voy a decirte. Lo sabes -ella bajó los ojos, tratando de buscar los de él. Pero no encontró nada.
- Dime...
- No.
- Vamos, dime ... -los ojos de él se fijaron en los de ella. Pero estaban vacíos, ausentes.
- No. No me gusta jugar sola. -Ella lo miró, seria.
- ¿Qué? -el levantó una mano, tratando de protegerse de la lluvia que caía cada vez más fuerte.
- No soy tonta. Pregunta cuando de verdad quieras saber - ella volvió a mirar al cielo negro.
- Vamos, ¡dime!- él trató de agarrarle un brazo, pero ella se retiró justo a tiempo.
- No - ella bajó los ojos al suelo. Se dio la vuelta y corrió rápida al coche. Ni siquiera se despidió. No hacia falta.